domingo, 30 de septiembre de 2012

A LOS NACIDOS DESPUES DEL 78.



En aquellas estupenda EPOCA FELIPISTA de la Expo 92 en cenas madrileñas alguien preguntaba: vamos a abrir tienda en Sevilla, ¿a quién conocemos allí? y otro alguien contestaba: no problem, Borjamari está en el califato para hablar con Manolo (Cháves), el hijo del coronel Cháves y Afri, jefa de la Sección Femenina, pero también tiene cita con un tal Pepe (Griñán), que también manda, hijo de Octaviano, oficial de la guardia de Franco y sobrino de aquel falangista presidente de la Diputación de Madrid. Todo muy bien organizado, hasta tienen un despacho oficial de la Delegación del Gobierno en Andalucía para cobrar sobornos, que dirige el hermano del vicepresidente Guerra. La España de las oportunidades, decían, que alcanzó su cumbre en la Expo 92 que se inventó Manuel Prado y Colón de Carvajal, donde llegó a acuñarse el “pellón” (mil millones) como unidad de medida universal del trinque, en honor al presidente ejecutivo de la sociedad Estatal, Jacinto Pellón, que se incorporó al proyecto en enero del 87, fue investigado durante diete años por el juez Garzón con gran aparato mediático y terminó como casi todas las instrucciones del juez estrella, en nada.

La España de los cuñados

Pellón era conocido por el escándalo de la urbanización Costa Doñana, donde recalificaba terrenos junto al cuñado de Felipe González. Era la España del pelotazo, la época de mayor esplendor para buscavidas, cuando nuestro país salía en los papeles internacionales como el mayor chollo para hacerse rico rápidamente.

De aquel ambiente salió gente como Rubalcaba, Cebrián o los Albertos, del Colegio del Pilar, igual que Juan Abelló, dueño de Laboratorios Abelló y una de las mayores fortunas del país, que junto a un  Mario Conde lograrían hacerse dueños de Banesto. Actualmente, entre otras muchas cosas, Abelló es uno de los dueños de La Sexta, porque siempre es productivo dar alpiste al populacho.

Eran los coletazos finales de los 80. La derecha ni siquiera existía en España. El mismo año en que Mario Conde es nombrado presidente de Banesto, 1987, un irrelevante Hernández Mancha era proclamado presidente de Alianza Popular. Felipe González se aliaba con Jesús Polanco y Juanluis Cebrián para destruir el guerrismo en su partido, la única oposición real. Felipe, agradecido, les regaló la cadena SER y Canal Plus. Pero una sombra incomodaba al felipismo… A3 Radio iba de independiente, y se había situado como la primera emisora en audiencia, mientras que su hermana televisiva comenzaba a atraer demasiada atención con unos telediarios que no se plegaban a las directrices de régimen. Es verdad que estaba la COPE, con los Protagonistas de Luis del Olmo, pero quienes se empeñaban en no aceptar una dictadura a la mejicana eran los revoltosos de A3: Manuel Martín Ferrand dirigiendo, Antonio Herrero El Primero de la Mañana, y Butanito incendiando las ondas por las noches. Para rematar, el telediario de A3 TV en manos de Luis Herrero.

No había internet, resultaba bastante sencillo eliminar los medios críticos. Echaron a Pablo Sebastián y cerraron El Independiente.  Igual que Pedrojota Ramírez, al que inmediatamente después de publicar los escándalos del GAL echaron de Diario 16.

Terminando el año 1989 nacía el Partido Popular e incorporaba un nuevo líder, José María Aznar. Ganó las elecciones González, otra vez, y se desató la mayor batalla mediática para acabar con cualquier posibilidad de la derecha. En aquella operación orquestada por González y Polanco, la pieza clave era colocar una alternativa aparente en la derecha que truncara cualquier aspiración de gobierno o, al menos, que fuera una derecha domesticada al servicio de los de siempre: Mario Conde.

El banquero  la propuesta le vino de perlas. Tú haces de monigote a nuestro servicio, y nosotros, gobierno y PRISA, miramos para otro lado sobre tus chanchullos. González pactó con los editores, Polanco, Asensio y Godó, para lanzar a Mario Conde, operación que se inició con el antenicidio en mayo de 1992. Era imprescindible aniquilar cualquier opción crítica en los medios, había que destruir A3. Jesús Polanco se quedó con A3 Radio y Mario Conde con A3 Televisión.
Echaron a todo discrepante. Los primeros en caer fueron Antonio Herrero del Primero de la Mañana y Luis Herrero del telediario. Antes de un año Polanco cerró A3 Radio, la emisora de mayor audiencia en España, mientras que Conde puso A3 TV en manos de Antonio Asensio, ayudado por el comisario político Manuel Campo Vidal para realizar una purga completa.

Se acabó. En la época de la más fabulosa corrupción que pueda imaginarse, no había ni un solo medio generalista crítico con el gobierno. Felipe González volvió a ganar las elecciones de 1993. Gracias Mario Conde. Pero el PSOE no sabe de agradecimientos.
Cien años de honradez y ni uno más. El mismo año que Felipe González ganó sus últimas elecciones, 1993, traicionaron al banquero y estalló el caso Banesto. Cumplida su misión como caballo de Troya en la derecha, Conde dejó de ser útil. No sería hasta 1996, y por los pelos, que la derecha daría una alternativa a la edad oscura del felipismo. 

El pensamiento íntimo de Julián Besteiro

A principios del mes de marzo de 1939, Madrid en poder del Consejo Nacional de Defensa, Besteiro redactó las siguientes cuartillas, expresión de su más íntimo pensamiento:

Abrir al pueblo los ojos a la verdad, pero con precaución, no sea que le irrite demasiado la luz, después de un periodo tan largo de tinieblas.

La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas —claro que el hacer mías estas culpas es pura retórica—. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la "línea" bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa en manos de Stalin, y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoiewsky y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la "línea" bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas, que se han batido en la gran cruzada anticomintern. Pero la más grande o pequeña cantidad de personas que hemos sufrido las consecuencias del contagio bolchevique de la República, no solamente tenemos un derecho, que no es cosa de reclamar, sino que poseemos un caudal de experiencia, triste y trágica, si se quiere, pero por eso mismo muy valiosa. Y esa experiencia no se puede despreciar sin grave daño para la construcción de la España del porvenir.

Esa experiencia y la reacción de liberación consiguiente es la que representa la única legalidad subsistente en el derrumbamiento de la España republicana —la dimisión del presidente ha hecho manifiesto e indudable ese derrumbamiento que ya existía antes—. Además, el Consejo Nacional de Defensa vino a tiempo. Antes hubiese chocado con ese Himalaya de falsedades que la prensa bolchevique ha depositado en las almas ingenuas, y se hubiera estrellado. Así y todo, el choque ha existido, pero no ha sido contra una montaña ingente y dura, sino contra un montón de arena, como acumulado por un huracán del desierto. El percance, en estas condiciones, no ha tenido proporciones tan graves y ha podido ser superado. Si el acto del 4 de marzo no se hubiese realizado, el dominio completo de los restos de la España republicana por la política del Comintern, hubiera sido un hecho y los habitantes de esta zona hubiesen tenido que sufrir probablemente durante algunos meses, no sólo la prolongación criminal de la guerra, sino el más espantoso terrorismo bolchevique, único medio de mantener tan anormal ficción, contraria evidentemente a los deseos de los ciudadanos.

El drama del ciudadano de la República es éste: no quiere el fascismo; y no lo quiere, no por lo que tiene de reacción contra el bolchevismo, sino por el ambiente sectario y pasional que acompaña a esa justificada reacción (teorías raciales, mito del héroe, exaltación de un patriotismo morboso y de un espíritu de conquista, resurrección de formas históricas que hoy carecen de sentido, en el orden social antiliberalismo y antiintelectualismo enragés, etc.). No es, pues, fascista, el ciudadano de la República, con su rica experiencia trágica. Pero tampoco es, en modo alguno, bolchevique. Quizás es más antibolchevique que antifascista, porque el bolchevismo lo ha sufrido en sus entrañas, y el fascismo, no. ¿Cómo este interesante estado de ánimo y esta rica experiencia pueden contribuir a la edificación de la España de mañana? He aquí el gran problema. Porque pensar en que media España puede destruir a la otra media sería una nueva locura que acabaría con toda posibilidad de afirmación de nuestra personalidad nacional, o mejor, con una destrucción completa de la personalidad nacional, peligro que hemos corrido y del cual hemos escapado, al parecer, poco menos que de milagro.

Para construir la personalidad española mañana, la España nacional, vencedora, habrá de contar con la experiencia de los que han sufrido los enormes errores de la República bol-chevizada, o se expone a perderse por los caminos extraviados que no conducen más que al fracaso. La masa republicana útil no puede pedir, sin degradarse, una participación en el botín. Pero sí puede y debe pedir un puesto en el frente de trabajo constructivo.

¿Cuál puede ser la estructura de la nueva España y cuál puede ser su posición en la vida internacional? Probablemente la estructura de la nueva España será la que imponga un régimen de trabajo fecundo, que respete al trabajador, pero le exija el cumplimiento del deber. Ante la jerarquía del trabajo productivo, todas las demás jerarquías, si no habrán nece-sariamente de desaparecer, tendrán por fuerza que resignarse a ocupar una posición subal-terna. Una nación y un Estado estructurado de este modo, ¿qué conexiones habrá de tener con las demás naciones y los demás estados?

Para resolver este problema habrá que tener en cuenta que España es un país complejo. Somos latinos, pero somos también iberos, celtas y moros. Lo cual quiere decir que estamos obligados a sostener relaciones de fraternidad con las naciones latinas (Francia, Italia, América); pero que los problemas africanos —sin perder la cabeza— no pueden sernos in-diferentes, y que la vida cultural, económica, social y política de Inglaterra y de Alemania debe ser para nosotros objeto, no sólo de consideración, sino de constante respeto y de ins-piración. Por fortuna, parece que la política europea camina hacia un bloque de naciones que empieza en Ror"a y, pasando por Londres, acaba en Berlín, si no es que acaba en el extremo de los estados bálticos; pero, en todo caso, con exclusión de la Rusia staliniana y, por lo menos, con su puesta en observación con precauciones de lazareto.

Si ese bloque, suprema garantía de la paz y de la prosperidad de Europa, se formara y en él entrara Francia (como seguramente entraría), los problemas de política exterior quedarían felizmente simplificados para la España del porvenir.

Solamente habría que añadir a este cuadro una nota de singular interés. Esa nota se refiere a la nación hermana y vecina nuestra, que con nosotros ocupa el viejo solar ibérico: Portugal.

Portugal, desde el punto de vista nacional e internacional, ha progresado mucho. Con el más profundo y sincero respeto a su independencia nacional, el conocimiento y el interés recíproco de las dos naciones ibéricas es una condición precisa del desarrollo de nuestra fuerza vital y de la definición de nuestra personalidad en el mundo.


Dos telegramas interesantes

Perdida Cataluña, Trifón Gómez, Director General de Abastecimientos, se trasladó a Ma-drid desde París, en donde fue objeto de una cena de despedida en el restaurante Zatoste, que organizamos un grupo de socialistas españoles. Era objeto de su viaje organizar el reparto de víveres entre el ejército y la población civil leales a la República en las zonas Centro y Levante. Apenas si pudo entrar en relaciones con Besteiro, porque encontrándose en el despacho oficial del gobernador civil de Madrid, José Gómez Osorio, con el que estuvo muy compenetrado, ambos fueron detenidos y encarcelados en El Pardo hasta el final de la sublevación iniciada por los comunistas contra el Consejo Nacional de Defensa. Normalizada la situación, Trifón regresó a París, de acuerdo con Besteiro y demás consejeros, para acelerar el envío a Madrid de cuanto estuviera dentro de sus posibilidades. Apenas llegado a la capital francesa recibió el siguiente telegrama, que tiene indudable interés por la fecha y por la preocupación que revela su contenido:

Julián Besteiro a Trifón Gómez.—C.A.M.P.S.A. Gentibus, París.—Deseamos realice dos gestiones urgentes: Primera. Cablegrafiar a Washington, embajada española, advirtién-dole puede comunicarse con usted por cablegrama, que usted me transmitirá cifrado. Las claves que posee Fernando de los Ríos no las tenemos nosotros. Usted se comunicará con-migo por la clave C.A.M.P.S.A. Gentibus.—Segunda. También necesitamos urgentemente se ponga en comunicación con embajador de Méjico en París, y le ruegue en nuestro nombre nos proporcione información concreta acerca ayuda que Méjico puede prestarnos admitiendo emigrados de esta zona en momento liquidación. Es este asunto fundamental para nosotros, dadas circunstancias actuales. Abrazos.—Besteiro.

Besteiro estaba decidido a no abandonar Madrid, pero sentía enorme preocupación por ayudar a que se salvaran cuantos estaban en peligro en las zonas Centro y Levante. Este telegrama es un nuevo timbre de gloria para la memoria de aquel integérrimo luchador.
El poeta Juan Ramón Jiménez envió a Besteiro el siguiente radiotelegrama, de interés por tratarse de una personalidad distanciada de los partidos políticos:

Radiotelegrama vía transradio española.—62 Miamiflo 11 11 1202 0545 S/L GNZ.—Julián Besteiro, ministerio Estado, Madrid.—Nuestra adhesión confiada.—Juan Ramón Jiménez.


Dos despedidas

Regina García fue propagandista del Partido Socialista en los años de la República. Era oradora y escribía con facilidad. Estuvo a punto de salir diputada a Cortes en las últimas elecciones. En nombre de la Unión General vino a Ginebra en reuniones de la Oficina Inter-nacional del Trabajo. Durante la guerra civil hasta dirigió algún periódico diario. Se quedó en Madrid, y ha escrito un libro, Yo he sido marxista, en el que describe los últimos momentos de la República, al que pertenecen estos párrafos:

—Y usted, profesor, ¿qué piensa hacer? —pregunté con manifiesta indiscreción.

Besteiro se irguió en su alta estatura, y con aquella sonrisa suya, que era más triste que la misma seriedad, respondió:

—Yo, que nunca dije "O nos salvamos todos o todos perecemos", me quedaré con los que no pueden salvarse. Es indudable que facilitaremos la salida a muchos compañeros que deben irse, y que se irán por mar, por tierra o por aire; pero la gran mayoría, las masas nu-merosas, ésas no podrán salir, y yo, que he vivido siempre con los obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos será de mí.
Me conmovió aquella lealtad a una vida rectilínea, consecuente con sus postulados. Don Julián no era de los que tenían unas ideas para la propaganda y otras para su uso particular. Le tendí la mano, emocionada.

—Usted se irá con Carrillo, ¿no es eso? —me preguntó.

—No, profesor. Yo también me quedaré.

—Usted, ¿por qué? —protestó Besteiro. Usted es una mujer y no debe sufrir los embates que se avecinan. Vayase, Regina, se lo aconsejo. No se quede aquí.

Don Rafael Sánchez-Guerra fue auxiliar eficaz del coronel Casado, a cuyas órdenes se puso en Madrid. Era concejal del Ayuntamiento elegido el 12 de abril, y fue secretario del presidente de la República, don Niceto Alcalá-Zamora. En París escribió Mis prisiones, con la sinceridad y agresividad características en su autor. Hay en ese libro muchos trozos dignos de divulgación. He aquí uno de ellos:

Me despedí igualmente de Julián Besteiro, pero con más emoción que cuando nos sepa-ramos en la prisión de Porlier. No sé por qué, tenía el presentimiento de que no le volvería a ver más. Noté que Besteiro estaba igualmente emocionado. Se leía en sus rasgos una gran melancolía y hasta tristeza. Jamás olvidaré este último momento. Siempre he sentido más impresión ante la pena de un espíritu altivo que ante el dolor de temperamentos pusilánimes. Condenado algunos días más tarde a esta misma pena de reclusión perpetua, en julio fue trasladado al convento de los padres trapistas de Dueñas, y de allí a Carmena, donde falleció en 1940 a consecuencia de un envenenamiento de la sangre mal cuidado. Guardaré siempre de Besteiro el ejemplo de su conducta, de su austera dignidad de ciudadano y de prisionero y el recuerdo de este abrazo casi paternal que me dio cuando salí de la cárcel del Cisne. Las palabras del "L'Exile de mon Cid" parecían haber sido escritas por él: "¡Qué buen vasallo sería, si tuviera un señor leal!" [Qué gran patriota! ¡Qué magnífica figura de apóstol! ¡Qué español más digno! ¡Qué buen gobernante hubiera podido ser en un pueblo menos apasionado que el nuestro, si hubiese existido en España, en época que nos parece lejana, un sistema político como el de los ingleses, donde los socialistas, cuando triunfan en las urnas, son llamados al poder por un rey constitucional y demócrata...

El cainismo español

¿Qué hará falta entre españoles para merecer el respeto de las gentes? Años después de que Besteiro hubiera muerto en una cárcel franquista, los comunistas y sus compañeros de ruta organizaron un Congreso internacional por la paz. En aquel acto casi todos eran intelec-tuales y algunos de fama mundial. La delegación española estaba maniobrada por los comunistas Montiel y Races, el mismo que siendo subsecretario del ministerio de Instrucción Pública, en Valencia, se había dirigido a Besteiro en los términos que hemos reproducido anteriormente en carta oficial que le remitió a Madrid.
Hubo una moción estigmatizando la dictadura franquista, muy aplaudida por los congresistas. Iba en ella la relación de víctimas del fascismo español. Era una lista selecta, pero no estaba Julián Besteiro. Los señores Giral y Castro se indignaron contra esta felonía de sus otros colegas de representación nacional, aunque no política. Los comunistas no podían incluir a Besteiro entre las victimas de Franco nasta que iálann les autorizara a ello. ¡Qué vergüenza y qué tristeza!
Con razón pudo escribir don Salvador de Madariaga lo que sigue, adivinando la felonía que hemos descrito:

"Como símbolo de este espíritu postumo de guerra civil en que vivían los rebeldes victoriosos, cabe mencionar la condena a treinta años de presidio de don Julián Besteiro, el gran ciudadano español que gozaba del respeto, afecto y admiración de todas las ciases sociales. Con la tristísima excepción de algunos correligionarios suyos en marxismo que han deshonrado su pluma intentando injuriar a quien vivió, pensó y obró muy por encima de ellos.

¿Se quiere una definición de Besteiro? He aquí lo que escribió Loweil:

"La única prueba concluyente de la sinceridad de un hombre es la abnegación con que personalmente se sacrifica por un ideal."

Y como réplica a la conducta de esos españoles que en un Congreso de intelectuales dei enseres de la paz borran el nombre de Besteiro de la lista de mártires del fascismo español, éste podría repetirles, si viviera, el siguiente pensamiento de Uowper:

"Un hombre bien criado, modesto y sensible, no será capaz de insultarme, y los demás no lo conseguirían aunque lo intentaran."

Joaquín Costa, que de haber tenido más fe en sí mismo y en el pueblo español hubiera consolidado su obra de pensador genial, en 1900 escribió:

"Lo que España necesita y debe pedir a la escuela, no es precisamente hombres que sepan leer y escribir; lo que necesita son "hombres'; y el formarlos requiere educar el cuerpo tanto como el espíritu y tanto o más que el entendimiento, la voluntad. La conciencia del deber, el espíritu de iniciativa, la confianza en sí propio, la individualidad, el carácter.

Esa fue la obra de Besteiro, y eso fue Besteiro, representado igualmente por este párrafo sustancioso de don José Ortega y Gasset:

"¿Qué significa lo que llamamos un hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él, y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?"

Admirable definición de un hombre íntegro, esto es, de Julián Besteiro. Mejor, sería difícil hacerlo.

ERRORES HISTÓRICOS DEL SOCIALISMO

Escribo estas líneas cuando veo desfilar a una ingente masa humana pidiendo la independencia de Cataluña por las calles de Barcelona. Entre ellos, los dirigentes más catalanistas del PSC. Piden ser un estado propio porque no son capaces de influir en Madrid, lo cual es una verdad a medias. Pero si no son capaces de influir en el estado al cual, por cierto, siempre han pertenecido, cómo podrían hacerlo en la gran Europa. Tampoco podrán explicar jamás como la burguesía catalana que abrazó a Franco y tenía en España un mercado protegido, es decir, que el resto de españoles estaban obligados a comprar productos catalanes, se haya vuelto independentista. En mi opinión, buena parte de la deriva nacionalista en nuestra vieja y cansada piel de toro viene como consecuencia de un error histórico cometido por los socialistas; la cesión de las competencias de educación a las comunidades autónomas Un escenario que ha dado lugar a que las regiones se hayan inventado su propia historia. Así que hoy es un buen día para contarles algunos de los errores históricos en la historia secreta del PSOE.
Los socialistas mantienen que la colaboración de los suyos con la Dictadura de Primo de Rivera se debió a una estrategia del PSOE para conseguir una posición hegemónica en el movimiento obrero. Por eso, la ejecutiva socialista votó a favor de la colaboración con el dictador con un 90% de apoyo. El resultado fue una participación masiva en las instituciones que creó el nuevo régimen. El mismísimo Largo Caballero fue vocal en el Consejo de Estado No fue el único que tuvo puesto tan importante. Desde entonces, el movimiento obrero ha sido controlado por el PSOE y la UGT. Para los del capullo, el fin justificaba los medios, y no dudaron en colaborar con Miguel Primo de Rivera durante el sexenio 1923-1929. Años en los que el dictador persiguió duramente al movimiento anarquista. Un asunto en nada baladí que permitió mantener fuera de juego al PCE y a los sindicatos CNT y la FAI. No es de extrañar que los comunistas tan sólo obtuvieran un diputado en las cortes republicanas en 1933. Ni siquiera se libraron de persecución, los conservadores y los liberales que, aunque no se suele decir, fueron borrados del mapa. Tampoco se suele comentar que la legislación social de la época fue inspirada por los socialistas. No es extraño que Indalecio Prieto dijera de Primo de Rivera era un “dictador sin muertos”, y que “¡ojalá todas las dictaduras fueran como la suya!”, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, con la poca vergüenza que les caracteriza, el 15 de abril de 1936, varios diputados socialistas criticaron con todas sus fuerzas al Marqués de Estella. Calvo Sotelo tuvo entonces que recordar la colaboración socialista con la Dictadura. El ambiente se caldeó, pero el político conservador se había limitado a recordar los hechos que son los expuestos en las líneas precedentes. Un tiempo en el que los afiliados socialistas y su sindicato amigo cobraron sueldos y dietas millonarios. Huelga decir que este episodio vergonzante para los socialistas no es mencionado en la historia dulce que nos presentan los de la rosa. Incluso han llegado a olvidar aquellas reuniones entre Miguel Primo de Rivera y el dirigente de la UGT, Manuel Llaneza.
Otro error histórico cometido por los socialistas fue el fracaso socialista a la hora de impedir el fraude electoral cometido en febrero de 1936 a favor del Frente Popular, a pesar de que el presidente de la comisión electoral era el mismísimo Indalecio Prieto. Un fraude que terminó en la dimisión del ex presidente de la república española, Niceto Alcala Zamora, y del que en sus memorias afirmaba haber alcanzado los 82 escaños.
Poco tiempo después los socialistas cometieron un error mucho más grave al no entrar en el gobierno en el Frente Popular, como hubiera deseado Indalecio Prieto, porque de haberlo hecho, habría tomado la medida de bloquear el estrecho y parar el golpe de los militares en julio de 1936. Al contrario de lo que la inmensa mayoría piensa, de los 21 generales de división en activo, tan sólo cuatro ses adhirieron al movimiento; Cabanellas, Franco, Goded y Queipo de Llano.
Una vez recuperada la democracia, el PSOE llegó al poder legítimamente. Los primeros años fueron una luz de esperanza que acabaron en pesadilla por la corrupción, el paro y la guerra sucia contra ETA. Luego arribó ZP y los socialistas vivieron una etapa llena de indignidad y de fracaso moral sin precedentes. La negociación con ETA, la reforma de los estatutos, la deriva nacionalista del PSC culminaron con la eliminación del techo de gastos de las autonomías. El resultado es una crisis política que terminarán por pagar nuestros bisnietos. La España de las autonomías ha sido un fracaso sin paliativos con la creación de 17 miniestados insolidarios y provincianos. Un fracaso que también es responsabilidad de los populares por su incompetencia y su cobardía. Necesitamos, pues, un verdadero partido liberal que abogue por una España de ciudadanos con igualdad de derechos y no, como ocurre ahora, con un país donde algunos, por el mero hecho de vivir en determinados territorios, tienen más derechos que otros. Puede que para entonces, la ciudadanía haya aprendido a no apoyar con el partido que prometió cien años de honradez pero no dijo cuando empezaba.

El PSOE es parte del problema y no de la solución



Escribo estas líneas con los datos aún difusos del apoyo a la autodeterminación de algunos ayuntamientos catalanes gobernados por los socialistas. No nos engañemos. Lo que menos les importa es el soberanismo catalán. La cuestión elegida ahora es solo el pretexto para la desestabilización social y política de España, la burda coartada de una organización política que, junto con otras emparentadas ideológicamente, ya nos abocó a una guerra civil hace 76 años.

Sinceramente, no voy a perder el tiempo ni se lo haré perder a ustedes concibiendo falsas esperanzas respecto a la redención moral de los socialistas. Tampoco sobre la deseada catársis de una derecha liberal obstinada en sentarse en la misma mesa de juego que ésos truhanes y jugar a perder con las mismas cartas marcadas desde la transición. Debería saberlo Rajoy si leyera más la historia real de España y el papel siniestro que el PSOE ha jugado en ella.

Cuando Primo de Rivera instauró su dictadura en 1923, buscó y obtuvo la cooperación oficial del Partido Socialista y de su central sindical, la UGT. El jefe de los socialistas españoles, Largo Caballero, fue nada menos que consejero de Estado en la dictadura militar primorriverista. El decreto de organización corporativa de noviembre de 1.925 instituyó los comités paritarios dominados por los socialistas que, luego, trataron de sacudirse el sambenito de colaboracionismo explicando el uso propagandístico que habían hecho de esos comités. Tan embusteros compulsivos como siempre.

Las elecciones de 1933, las segundas que celebraba la agitada II república, se saldaron con el aplastante triunfo electoral de la CEDA de Gil Robles, lo que desconcertó por completo a las izquierdas. Aquel inesperado y rotundo triunfo vino a confirmar el fortísimo entronque popular de las derechas, algo que el PSOE no quiso ni pudo aceptar nunca. “Frente a la traición, nuestro deber es la revolución”, peroraba Largo Caballero en uno de sus incendiarios discursos post electorales. Es decir, si las urnas no nos dan la razón, quitémosle la razón a las urnas y apostemos por la asonada revolucionaria. Se pueden ustedes imaginar lo que habrían hecho de haber tenido al Ejército de su parte.

Los resultados de aquella revolución golpista son por todos conocidos. Centenares de víctimas mortales, ciudades asturianas destruidas, una fractura social que tardaría décadas en restañar sus heridas y, para muchos, el preludio de la ya inevitable contienda civil. Solo el PSOE fue responsable de aquel agrietamiento súbito que, a partir de entonces, haría irreconciliables las posturas. Si pudiera emplearse en historia política el lenguaje penal, la culpa de aquella revolución-golpista fue de las izquierdas representadas por el Partido Socialista, en un puro movimiento de reacción ante la inminente toma del poder por las derechas, a quienes democráticamente correspondía.

Ni siquiera se esperó a que la tentativa golpista tuviese la complicidad de los errores gubernativos. El nuevo gobierno, con tres ministros de la CEDA, se conoció el 4 de octubre. A la mañana siguiente, cuando los ministros aún no habían tomado posesión aún de sus despachos, comenzó en toda España la huelga general revolucionaria decretada por el PSOE y la UGT. ¿Le recuerda esto algo a Rajoy?

El Consejo de Ministros decretó el día 6 el estado de guerra en toda España. En Madrid fracasa la revolución golpista tras esporádicos tiroteos en dependencias públicas. El ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, nombró asesor especial al general Franco, quien llamó inmediatamente al teniente coronel Yagüe para mandar una columna de desembarco sobre Asturias, que desde el principio apareció como el foco principal de la rebelión golpista. Franco se convirtió así en el principal valedor y defensor de la legalidad vigente, recibiendo las mismos parabienes y las mismas adhesiones que 48 años más tarde recibió el jefe del Estado español, a la sazón Rey, con ocasión de los hechos, bien conocidos, del 23 de febrero.

Con la rebelión golpista de 1934, el PSOE perdió toda la autoridad para condenar el Alzamiento de 1936, sin duda uno de sus argumentos recurrentes en los últimos años. No así el dato de que fuese un socialista, Prieto, el encargado de arramblar con todas las reservas del Banco de España.

Y es que los socialistas siempre han tenido un mismo objetivo: alterar la convivencia entre los españoles. El PSOE ha sido siempre un proyecto sin salida, un oximonon antiespañol, sustentado en las mentiras, la corrupción y las pistolas. Sí, sí, digo bien, en las pistolas. Cabe reseñar que socialistas fueron los miembros de la Guardia de Asalto que asesinaron al dirigente derechista José Calvo Sotelo. Encabezados por el entonces líder de las Juventudes Socialistas, Santiago Carrillo Solares, militantes de ese partido fueron también los autores de la masacre terrorista de Paracuellos del Jarama. También es prudente recordar que, sin el apoyo de muchos socialistas en los años 60 y 70, ETA posiblemente no habría sobrevivido hasta nuestro días.

Así que no nos engañemos más ni nos extrañemos de que hoy, el PSOE recurra a la misma estrategia que entonces: desestabilizar y añadir confusión a la vida española.

No hago responsable sólo a la izquierda de lo que sucede. Las intenciones de la izquierda nunca fueron oblicuas. Lo vemos nuevamente con el recrudecimiento de la propaganda de la izquierda española tratándonos de convencer de que el problema de Cataluña lo ha creado un partido que apenas lleva unos meses de agónico Gobierno.

El terror de la derecha liberal a los métodos matonistas de la izquierda les hace también ser cómplices de este desastre en que se ha convertido la vida española. Lo primero que hizo Rajoy al llegar al poder fue poner a la ‘cejista’ Carmen Vela Olmos al frente de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. La mayoría de los antiguos cargos de confianza socialistas siguen en sus puestos, sin que nadie del PP se atreva a moverles la sillas. Nada regocija más a la izquierda para el cumplimiento de sus siniestros objetivos que la laxitud de sus oponentes, el debilitamiento de la autoridad y, más aún, la infiltración en algunos órganos de personas de su confianza.

Nada podrá hacerse contra esta terrible patología social que es el encanallamiento de la izquierda española si una parte del Estado, de la sociedad civil y de la derecha social no se comprometen a una lucha sin fisuras, eficiente y sistemática contra ella. Esa lucha mancomunada nunca será posible mientras haya tanta indolencia moral, tanto panfilismo ideológico y mientras existan sectores dentro del PP cuyo compromiso no sea proporcional a la gravedad del desafío.

Aunque soy consciente de la imposibilidad metafísica de que el PP se desmarque de este execrable sistema político, pero de entrada, si sus dirigentes se debieran al interés del conjunto y no de unos pocos, lo que tendría que hacer este partido sería la recomposición urgente de nuestras Fuerzas Armadas, poniéndolas al servicio de España y de su continuidad como destino histórico. Lo siguiente, demoler todo el proyecto de ingeniería social de la izquierda y apostar por las mismas fórmulas morales y humanísticas que hicieron posible el alumbramiento de premios nóbeles y genios españoles de fama mundial en cualquier campo de la creación humana. Lo último, reasumir el compromiso con los valores propios de la tradición española, sin los débiles y tramposos pertrechos ideológicos que han sido oficializados todos estos años.

Nuestro futuro está condicionado indefectiblemente a la forma como acometamos la gran tarea de la lucha contra la izquierda y sus cómplices nacionalistas, de tal suerte que logre modificar, mediante hechos, la realidad cotidiana y, con ella, la percepción que cada día tenemos más españoles de que vivir en España es hacerlo de la forma más indigna posible.

Con crisis o sin ella, nuestro país desde hace tiempo no tiene visión de futuro real, no hay una política clara de Estado, no hay voluntad de revertir el curso comatoso de esta enfermedad que a todos nos aflige. Es un error que el PP siga confiando en su política de pactos y de cesiones con los que alimentan la espiral de odio contra los millones de españoles que no pensamos como ellos. Es un error creer que esta izquierda no intentará volver al poder al precio que sea. En ello le va no solo la salud económica sino también la culminación de la gran tarea iniciada por Zapatero para la demolición del edificio que fue levantado sobre cimientos morales que son antagónicos al de ellos. Dicha demolición tiene en los dinamitadores catalanes a uno de sus principales protagonistas.

No son con paños calientes como se logra devolver la confianza a los ciudadanos, sino actuando a partir del convencimiento de que esos radicales que han tomado las calles de Cataluña no son sino la consecuencia de la grave enfermedad provocada por los cirujanos de guante blanco en 1978.

Que Mariano Rajoy y los dirigentes del PP mediten seriamente sobre si merece la pena embarcarse con los mismos amotinadores de siempre. Y si pese a las evidencias presentes e históricas deciden que sí, que entonces no se quejen cuando vuelvan a a naufragar en la islita de la oposición. Solo que esta vez será ya para siempre, sin que nadie pueda rescatarlo, porque no habrá Estado, ni Constitución, ni civilización, ni siquiera país que pueda resistir otra pasada por la izquierda.

De cuentas andaluzas estupendas a un rescate de 5.000 millones


Antes de la dimisión de Javier Arenas, este ya había advertido sobre la gravedad de las deudas de la Junta de Andalucía. De hecho, previo anticipos para Ayuntamientos si gabnaba las elecciones. Las respuestas a las dudas del PP sobre las cuentas andaluzas, siempre fueron las mismas: El PP busca desestabilizar arrojando incertidumbree sobre las cuentas de Andalucía. Luego, hasta el propio Valderas no hace mucho, aludiendo a la solvencia andaluza,negó la viabilidad de un rescate. La número 2 del gobierno Griñán, Susana Díaz, negó acudir al Fondo de Liquidez si se limitaban las competencias. Ahora, nos encontramos con una petición de casi 5.000 millones al Fondo erigido por el Gobierno para salvar autonomías asfixiadas. andaluzas. 
 
Ayer se hizo público la necesidad de pedir un rescate de cinco mil millones de euros al Gobierno central para poder hacer frente a los pagos que la Junta tiene comprometidos, entre otras deudas a servicios esenciales. 6 millones de euros diarios hay que pagar. O sea, 180 al mes. 
 
Historia de un culebrón interpretable como farsa o como incompetencia.
 
En 2011, la Junta reconoce que la deuda andaluza era de 14.331 millones de euros, pero el PP afirmaba que llegaba a los 25.000 millones, incluidos los 4.890 millones correspondientes al desfase de ingresos del Estado entre 2008 y 2009.
 
16 de abril: Griñán susurra débilmente que tiene que gastar 2.600 millones de euros menos a pesar de haber dicho en 2011 que las cuentas se conocían de pé a pá. 
 
17 de abril: Rosario Soto, portavoz del PP, acusa a Griñán de falsear los presupuestos preelectorales donde no dijo nada de reducir unilateralmente gastos. 
 
25 de mayo: Arenas advertía de que habría recortes porque los presupuestos presentados por el PSOE eran falsos y que los cajones estaban llenos de facturas impagadas.
 
21 de julio: Diego Valderas descartaba que Andalucía pidiera ayuda al Estado, en tanto que la región «tiene un diferencial amplio de más solvencia que otras comunidades autónomas», El rescate, dijo, sería un paso atrás para la Comunidad. 
 
22 de julio: La consejera andaluza de Presidencia, Susana Díaz decía: «La pretensión del Gobierno andaluz es no acogerse al fondo de rescate, que es un instrumento que no compartimos, más dirigido a limitar las competencias autonómicas. culpaba al Gobierno central de haber llevado a la población a la desesperación.
 
30 de agosto: En El País, Griñán dijo no haber descartado nunca acudir al Fondo de Liquidez, primer signo del giro. 
 
1 de septiembre: La Junta desvela que ha pedido un anticipo de 1.000 millones de euros.
 
12 de septiembre: Carlos Rojas, portavoz del PP, desvela que Andalucía tiene que pagar 6 millones de euros diarios y pedía a Griñán que aclarase las cuentas.
 
13 de septiembre: Griñán admite que podría recurrir al Fondo de Rescate del gobierno Rajoy. 
 
25 de septiembre: Ayer mismo, la Junta cifraba en casi 5.000 millones de euros, 4.906,8 millones exactamente, la cantidad de dinero(rescate) que pedirá al Fondo de Liquidez Autonómica ante la asfixia financiera a la que se ve sometida por falta de tesorería. Andalucía se suma así a Cataluña, Valencia y Murcia, que con anterioridad pidieron acogerse a dicho fondo.
 
¿Farsa o incompetencia? Esto es, o se saben cuáles son las cuentas y se ha mentido descaradamente a los andaluces, o no se conocían en realidad las cuentas andaluzas y estamos gobernados por un grupo, una casta ya, de incompetentes. Es indiscutible que estos hechos deben promover un movimiento en favor de una explicación de expertos independientes sobre el estado de las cuentas andaluzas. ¿Quién puede garantizar que estos 5.000 millones no son sino el primer paso de un rescate destinados a pagar con urgencia lo que se viene encima? ¿Se pedirá más dinero? ¿Cuánto? ¿Por qué se debe todo ese dinero? ¿A quiénes? ¿Quiénes han sido los responsables?


Felipe Cebolleta se marca otra batallita en El País con otro ataque de amnesia.

Felipe González, qua aparece y desaparece en los medios como un Guadiana político, anuncia este 23 de julio de 2012 que "Rajoy está obligado a convocar un gran acuerdo nacional para salir de la crisis". Le ha concedido audiencia a Soledad Gallego-Díaz, una de sus veteranas exégetas, y desde el reposo del guerrero en una casa en El Escorial (que no queda claro si es suya, si la tiene alquilada, si se la ha prestado uno de sus admiradores/ras o, simplemente, pasa allí unos días como ilustre invitado), ha vuelto a sacar de su vieja chistera un remedio que fue milagroso hace más de tres décadas, pero que ahora sólo sería un remedio "placebo" de consumo interno: el espíritu de los pactos de La Moncloa.

Un pasivo del país; un activo de "El País"

Felipe, para algunos españoles, sigue siendo un activo del país. Para otros ya es sólo un activo de El País con comillas, con fundadas o infundadas sospechas de que pueda estar en nómina, a tantos euros el artículo o la entrevista. Y para muchos, que todavía no habían nacido cuando se produjo la mítica transformación de Isidoro a FG, del marxismo a la socialdemocracia, de la utopía en el exilio de Suresnes a la jaula de oro de La Moncloa, es un carroza, un abuelo Cebolleta que de vez en cuando sale a contar batallitas, como se le escapó a la actual portavoz parlamentaria del PSOE en El Congreso, Soraya Rodríguez, ante un indiscreto micrófono abierto.

En la nueva batallita de Felipe Cebolleta, el drama de España se produce en la década patética de 1998-2008. Abarca legislatura y media del gobierno Aznar y la primera legislatura del gobierno ZP.

De ahí en adelante, ya es todo historia basura, putrefacción del talante y el talento de Zapatero y fracaso precoz del gobierno de Rajoy. Fue la pérfida derecha, la que puso la primera piedra, el primer ladrillo de la burbuja inmobiliaria; la que permitió que la banca española repartiese créditos como caramelos; la que incitó a millones españoles (votantes del PP, del PSOE y de un amplio abanico de partidos), a gastarse lo que no tenían, a tirar de tarjeta visa y a vivir del cuento y pasar de las cuentas.

Luego, reconoce que ZP y sus chicas y chicos le echaron gasolina al fuego, pero le echa un capote, una larga cambiada, acusando a la placenta europea de obsesión de unidad monetaria y desdén por la unión económica.

Y se queda tan fresco. Él, Soledad Gallego y a saber cuántos miles de lectores del buque insignia de papel del Grupo Prisa.

Las sombras alargadas del Felipismo

Como si de 1998 para atrás la historia se hubiese quedado en blanco, Felipe blinda sus 14 años al frente del gobierno español de cualquier responsabilidad sobre el rumbo que ahora amenaza con el hundimiento del Titanic. Desde 1982 hasta 1996, el capitán del barco se deja regalar los oídos con las luces, pero se hace el sueco y ha diseñado un sofisticado entramado mediático para ahuyentar sus sombras.

Felipe es el fundador de la escuela política de la dictadura de los partidos, de "el que mueva no sale en la foto", del clientelismo, del corporativismo partidista por encima de las conciencias personales, de la listas electorales herméticamente cerradas, del Sagastismo imperante, dispuesto a admitir, como mal menor, paréntesis de Canovismo como concesión in extremis a un bipartidismo enfermizo.

Se queja de la burbuja inmobiliaria, pero ha sido amigo, como Presidente y como EX, de tiburones de la construcción como Luís García Cereceda, el discreto super-especulador del suelo, un as del pelotazo inmobiliario, cuya muerte en 2010 le dejó con el corazón partío.

Torrijos, Carlos Slim, Sarasola, hombres y nombres que han figurado en la agenda de un Presidente que condujo a la izquierda española desde el marxismo a la Tierra Prometida que ya anunciaba el que fue uno de sus paradigmáticos ministros de Economía: "España es uno de los países del mundo en el que se puede uno rico en menos tiempo" (Carlos Solchaga dixit). De aquellos polvos vienen estos lodos de los que ahora se queja amargamente el "jarrón chino" del PSOE español, y ahora, ´somos el país del mundo en el que uno se puede hacer pobre en menos tiempo.

Y el Gal, y Filesa, y el enojoso asunto de los fondos reservados, y nada menos que un Director General de la Guardia Civil metiendo la mano en la caja del estado, y Ministros y Secretarios de Estado disfrutando de largas vacaciones en Carabanchel.

De aquellos polvos estos lodos

¿De qué va Felipe González? Este señor fue una vez Pedro, se mantuvo 14 años al frente del pontificado oficial de España, S.A., y sobre esa piedra se montó la iglesia política inmune a los escándalos, al nepotismo, a la mediocridad, al caudillismo, a la corrupción, a las sucesivos plagios de "la escopeta nacional" de Berlanga, a la complicidad entre políticos, empresarios, banqueros e ídolos de barro sindicales de una tripulación (de todas las ideologías), que ha acabado dejando a decenas de millones de pasajeros que iban en el barco, ¡oh, el Titanic español!, encallados en las piedras de la historia, esperando indefensos, impotentes, resignados, un naufragio anunciado, como lo titularía el buen amigo de FG "Gabo" García Márquez.

La partícula de Dios es posible que explique el punto que dio origen al big bang del universo; pero la extensa biografía de luces y de sombras del primer presidente socialista desde la restauración de las libertades en España, ha dado lugar al descubrimiento de un "punto Filipino" que explica el caótico big bang que ha padecido la joven pero envejecida democracia española.

Como muestra, un botón. El máximo responsable español en el tratado de Maastricht (moneda única, euro y esas cosas), que salía sonriente en la foto con Helmut Hohl y François Mitterrand, se rasga ahora las vestiduras, en "El País" con comillas, exigiendo menos unión monetaria y más unión económica.

Se le podría haber ocurrido ya en Maastricht, ¿no? Y ya puestos a ser comprensivos, en vez de esperar a su retiro espiritual en El Escorial, este verano en que ya no vivimos peligrosamente, sino en estado crítico, se le podría haber ocurrido su infalible terapia europea en 2007, cuando lo incorporaron al Comité de Sabios, aquel elenco de mentes brillantes que formaban el Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa.

El abuelo Cebolleta de Soraya Rodríguez, se acuerda ahora de los lodos, pero padece amnesia total sobre los polvos que han convertido a España en un lodazal.

El PSOE "rota" sus cargos de la Diputación para que cobren el paro y contratar a más militantes.
El personal eventual que tenga garantizada la prestación pasa al paro y deja su puesto libre para hcer otro contrato: El PSOE multiplica así los afiliados en nómina.


Mas de 60 dirigentes contratados y algunos no pisan la oficina.





YA NO SOMOS CIUDADANOS SOMOS PAGANINIS.


Está bastante claro que en lo que están de acuerdo Psoe y PP es en atrasar  e impedir el rescate porque ello traería condiciones que amenazan el tinglado político español.
Rubalcaba se ha manifestado en público y en privado en contra y Rajoy sigue negociando. El rescate es el fracaso colectivo de la clase política española.
Todos los países que lo han pedido el gobierno ha dimitido o se han visto obligados a dejarlo. Con independencia de esto, existen otras razones  que les unen a todos desde IU a los sindicatos desde los nacionalistas  a PP y PSOE: la defensa de sus sueldos, de sus privilegios y de la capacidad de financiarse. Porque nuestros políticos incluidos los sindicatos les preocupa su supervivencia y mantenerse. Y, saben porque está escrito, que el rescate obliga  a hacer lo que hasta ahora  han evitado: una drástica reducción de la estructura del Estado elefantístico.
Más de 163.000 millones de euros nos costaron las autonomías  en el año 2011, una orgía de derroche que se  suma  los más de 8000 ayuntamientos, el doble que Alemania, las fundaciones locales, regionales y estatales y un senado que es un “cementerio de elefantes”.
Todo un lujo, con el dinero de otros. Una autentica locura que en Europa ni entienden, ni están dispuestos a consentir  y a financiar. Y ahí es donde  EL RESCATE LES VA A OBLIGAR A RECORTAR. Abramos los ojos, ¿ustedes creen que Rubalcaba, IU, o los sindicatos estarían dispuestos a recortar por ahí? Cuando dicen no a los recortes se refieren a los de ellos, no a los nuestros, es pura pantomima ¿los ven yéndose la mitad para que no carguen mas contra nosotros? Esperemos sentado… se atragantarían si Rajoy tira la toalla y pide el rescate total.
Mienten sin  parpadear, Rubalcaba hace días dijo: si estuviera en el gobierno, aumentaría el déficit… Señor… estaríamos intervenidos al  día  siguiente. Luego dice que no pediría el rescate…
¡¡Pues menos mal que no gobierna usted, por ello se permite hacer demagogia!!
RESCATE YA Y QUE ECHEN A TODOS LOS INEPTOS. Recortar por arriba les supone  pérdida  de ingresos, perder fuentes de financiaciones  personales y de los partidos, y mandar a muchos políticos, amigos, compañeros familiares y demás  Nepotes  a  apuntarse   al paro y eso no lo van a consentir. Que haya 6 millones de parado pase, pero que les toque a ellos, ni de broma.
Esta es la puñetera realidad, que comparten  desde el primer partido hasta el último; lo demás es engañar…
Esta ``democracia´´ comenzó  propiamente su andadura con el Psoe en el poder, con 200 diputados y 13 años en el poder seguidos …largo y concienzudo  adoctrinamiento de las masas, en el ultimo de González  muchos se destaparon la nariz…uno de ellos, yo. El tiempo ha hecho ver que no cambian…se ha sacrificado al pueblo pero los privilegios, el saqueo y el derroche siguen…la  Junta de  Andalucía va camino de gobernar los mismos años que Franco.
Los nacidos después del 78 muchos no lo saben, les modificaron la historia  e hicieron una constitución  que les blindaba de responsabilidades, ``perro no come perro´´ se blindan unos a otros. Si existiera una justicia adecuada,  habría  cientos de políticos procesados.
 Los ciudadanos sólo somos paganinis necesarios. Esta democracia la han convertido en una estafa, nuestros impuestos sirven para esto: estafa judicial, fiscal, cultural, histórica, financiera, económica…Nos estafa el Estado, trabajamos para ellos, se pierden hasta los fondos europeos. Ahora muchos periodistas defienden el rescate  y ven el porqué los políticos no lo quieren,
Os dejo en el blog un interesante artículo donde explica muy bien lo que implica y porque Rajoy solo ha arañado para lo que  Europa  nos exige debido al socavón  en las cuentas del Estado.
Hay un video que ha recorrido todas las redacciones,  en él se demuestra los métodos de un parlamentario andaluz, Gordillo…por fin se puede demostrar  sus métodos, en la conversación se observa la coacción; juzguen ustedes mismos.
Debido al fallecimiento de Carrillo, también  os dejo en blog lo que distintos medios han vuelto a imprimir, para mí no hay nada nuevo…personalmente, solo añado que espero que en sus últimos momento se haya encomendado a DIOS.         

domingo, 23 de septiembre de 2012

El rescate de España exigirá recortar pensiones, desempleo y más copago

España ya tiene luz verde para solicitar oficialmente el rescate soberano. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció el jueves el nuevo programa que pondrá en marcha la entidad para auxiliar a los países en dificultades mediante la compra masiva de deuda pública. Eso sí, siempre y cuando el gobierno beneficiario en cuestión solicite previamente el rescate a las instituciones europeas. "Está en manos del Gobierno español solicitar ayuda" total o parcial para que el BCE compre deuda, indicó Draghi.Es una información de Manuel Llamas, en LIbertad Digital. 

Por tanto, la cuestión ahora no es si sino cuándo solicitará España el rescate soberano. Por el momento, el Ejecutivo de Mariano Rajoy se mantiene a la espera de aclarar las condiciones que conllevará tal petición. Y es que, lo que teme Moncloa son, precisamente, los deberes que, previsiblemente, impondrá la troika -Comisión Europea, BCE y Fondo Monetario Internacional (FMI)- a cambio de la ayuda.

La petición de auxilio, total o parcial, supone la activación de los fondos de rescate europeos, el temporal (EFSF, por sus siglas en inglés) y más adelante el permanente (ESM), lo cual obligará a firmar un memorándum de entendimiento, una especie de contrato por el cual el Gobierno se comprometerá a realizar una serie de ajustes fiscales y reformas estructurales para reducir el déficit público y potenciar el crecimiento económico.

Hoy por hoy, el rescate total es un escenario improbable, entre otras cosas porque los fondos europeos carecen de dinero suficiente para garantizar a España -e Italia- toda la financiación que precisa durante al menos tres años, como sí ha acontecido en el caso de Grecia, Irlanda y Portugal. Por ello, el propio Draghi también señaló el jueves su disposición a comprar deuda pública si el país acude a un rescate parcial.

Hacia el rescate parcial

En concreto, Draghi supeditó el jueves la actuación del BCE en el mercado secundario de deuda (bonos ya en circulación) a una "condicionalidad estricta y efectiva" y a que los países beneficiarios soliciten un rescate completo o "preventivo" (ECCL, por sus siglas en inglés) a los fondos europeos, que se encargarían de complementar la compra de deuda en el mercado primario (emisiones del Tesoro). También pidió la implicación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el diseño de las condiciones y la supervisión de los programas.

Desde hace meses, las autoridades europeas barajan ofrecer a España una línea de crédito preventiva. Este mecanismo está contemplado tanto en el EFSF como en el ESM, y conlleva una serie de condiciones, aunque el Gobierno pretende que se materialice en una especie de rescate suave, evitando así la imposición de ajustes extra.

El citado crédito preventivo está diseñado para países considerados solventes, pero que atraviesan problemas coyunturales que dificultan su financiación en el mercado a precios sostenibles; su aceptación obliga a firmar un memorándum con la troika, en el que se detallan los ajustes y reformas a realizar para reducir deuda y déficit; el programa impone una supervisión permanente por parte de las autoridades comunitarias, y si se incumplen los deberes el BCE podría dejar de comprar deuda; el crédito oscila entre el 2% y el 10% del PIB -entre 21.000 y poco más de 100.000 millones de euros en el caso de España-; su duración es de un año, pero se puede renovar cada seis meses y dos veces como máximo, con lo que su vigencia se puede prolongar durante dos años.

El Gobierno confía en que la solicitud de dicho crédito no conlleve ajustes adicionales a los ya comprometidos, pero dicha pretensión parece difícil de conseguir por divesos motivos. En primer lugar, Draghi insistió mucho en la necesidad de que el país acepte "estrictas condiciones" macroeconómicas. De hecho, puntualizó que el rescate parcial o preventivo, lejos de ser suave, "tiene condicionalidad económica plena".

La canciller alemana, Angela Merkel, insistió el viernes en que los países en problemas deben seguir "haciendo sus deberes" y que el nuevo plan de compras del BCE está sujeto a una "clara condicionalidad". Asimismo, la Comisión Europea no descartó que el Eurogrupo exija a España condiciones suplementarias a cambio de la asistencia. El rescate español tiene que ser aprobado por unanimidad de los socios comunitarios, y es improbable que los países del norte -núcleo duro- no exijan deberes extra para garantizar la devolución de su dinero.

Además, en todo caso, Rajoy se comprometió a reducir el déficit hasta el 6,3% del PIB este año, el 4,5% en 2013 y el 2,8% en 2014, objetivos que será difícil cumplir en ausencia de nuevos ajustes; la UE también exige tener una deuda pública y una balanza comercial sostenible; atenerse a los objetivos de corrección de los desequilibrios macroeconómicos excesivos; y contar con un sector bancario sin problemas de solvencia.

Ajustes necesarios, pero impopulares

En la práctica, tales principios se traducen en la aplicación de ajustes y reformas concretas. Algunas ya han sido iniciadas por el PP -como la reforma laboral y financiera, la subida del IVA o la eliminación de la deducción por vivienda-, pero otras todavía no han sido aprobadas o ni siquiera planteadas. El recetario que imponen los conocidos hombres de negro es muy similar y no varía excesivamente de país a país, y el análisis de los rescates previos muestra que a España aún le quedan tareas pendientes.

Las más impopulares y, por tanto, con mayor coste político, más allá de posibles subidas de impuestos extra, serían las siguientes:

1. Congelación y recorte de pensiones: los rescates suelen implicar congelar la revalorización de las pensiones -en función del IPC- durante al menos dos años; un recorte progresivo de las prestaciones actuales en función del nivel de renta; retrasar la edad de jubilación -España adelantaría lo ya aprobado-; y una reforma del sistema para reducir las pensiones futuras -ampliando el período de cálculo a toda la vida laboral-.

2. Reforma de la prestación de paro: el Gobierno ha reducido mínimamente las prestaciones de desempleo a partir del sexto mes, pero las reformas que impone la troika en esta materia son mucho más profundas. Entre otras medidas, posibles recortes adicionales de las prestaciones, reducir el tiempo máximo que un parado tiene derecho a subsidio (en España dos años), que los parados no puedan rechazar ofertas de empleo, que acepten incluso realizar trabajos sociales, reformar las políticas activas, implantar los minijobs, externalizar los servicios del Inem...

3. Copago y reforma sanitaria: el Gobierno ha extendido el copago farmacéutico, pero el resto de países europeos aplican sistemas de copago en muchos otros servicios sanitarios, tales como consultas médicas, urgencias o ingresos hospitalarios. De hecho, el Gobierno ya está rediseñando la cartera básica de servicios sanitarios y estudia modificar la retribución del personal sanitario.

4. Despido de empleados públicos: la reforma laboral ya contempla esta posibilidad, pero todavía no se ha aplicado con intensidad.

5. Privatización de empresas: exige la privatización de muchas empresas públicas, así como la venta de inmuebles, participaciones industriales y empresariales en manos del sector público. La tarea del Gobierno en este campo ha sido mínima.

CARRILLO HIJO PREDILECTO ¡TOMA MEMORIA HISTÓRICA!

Santiago Carrillo acaba de ser nombrado por unanimidad "hijo predilecto"de Gijón, con los votos del PP incluidos (sólo dos concejales se ausentaron, me imagino que por decencia). Mucho se ha escrito sobre el papel del líder del PCE, pero me remito sólo a los más recientes, que dejan claro, y con pruebas documentales, cómo Santiago Carrillo, a la sazón delegado de Seguridad en Madrid, aceptó junto a Amor Nuño, de la CNT, que no cayeran en manos del Ejército fascista que estaba a las puertas de Madrid los casi cinco mil presos falangistas, militares, nobles, burgueses, etc que habían sido evacuados de la Modelo por la cercanía de los combates en la Ciudad Universitaria. Jorge Martínez Reverte, en su libro "La Batalla de Madrid", lo demuestra con un documento de los archivos anarquistas. Otros papeles desclasificados de la ex KGB lo corroboran apenas unos años después. Y Carrillo miente cuando, ante algún historiador, afirma que desconocía el destino de los presos que fueron "sacados" y asesinados en Paracuellos o Torrejón de Ardoz. Igual quemiente cuando asegura, afligido, que nada podía hacer para evitarlo. Otro anarquista, un hombre bueno en el sentido machadiano de la palabra, Melchor Rodríguez, "el ángel rojo", lo demostró parando de manera inmediata los fusilamientos con la única ayuda de su voluntad, una pistola descargada y un coche con el recorría junto a sus tres ayudantes todas las prisiones del Madrid en guerra para detener los paseos.




Santiago Carrillo, en la madrugada del 6 al 7 de noviembre, cuando el Gobierno de la República se traslada precipitadamente a Valencia y se forma en Madrid la Junta de Defensa; con Miaja intentando evitar en Ciudad Universitaria la caída de la capital; con Queipo de Llano hablando de la Quinta Columna que iba a tomar las calles de Madrid desde dentro, Carrillo acude a una reunión en representación del PCE al que acaba de alistarse tras abandonar el PSOE. Allí acuerdan, junto a la CNT, evitar "por el método que sea" que los presos caigan en poder de los asaltantes y se pasen a sus filas. El documento que aporta Javier Reverte en su libro es inequívoco: Un acta de la reunión del Comité Nacional (CN) de la CNT celebrada a las 10h 30m del 8 de nov. de 1936. En ella se refleja un acuerdo tomado el 7 de nov/36 entre la CNT de Madrid y las JSU-PSOE para vaciar las prisiones madrileñas, ante el peligro real que suponían para la república los presos adeptos a la rebelión en caso de que las tropas franquistas ocuparan la capital, tal y como pregonaban los generales fascistas Mola y Varela, entonces a sus puertas, al mando de las tropas legionarias y rifeñas.




Según el acta a los presos se les dividía en tres categorías: 1º.- los fascistas y elementos peligrosos (aquellos de significada y declarada militancia fascista, muchos de ellos detenidos con las armas en la mano), que debían ser inmediatamente ejecutados. 2º.- Detenidos sin peligrosidad, recomendando su inmediato traslado a Chinchilla garantizando su seguridad. 


3º.- Detenidos sin responsabilidades que debían ser inmediatamente puestos en libertad con toda clase de garantías. 




Esa misma noche y las siguientes comienzas las sacas. Presos, atados ocn un cordel por las muñecas, de dos en dos, suben a autobuses desde distintas prisiones de la capital. Varios cientos son fusilados en Torrejón de Ardoz y el diplomático noruego Félix Schlayer llegará hasta la fosa una par de días después (también está en los libros). Otros cientos más, son ejecutados en Paracuellos. Carrillo alegará siempre que no conocía esa orden (miente y Martínez Reverte lo prueba).


También alegará que aunque lo hubiera sabido, no habría podido hacer nada para evitarlo. Otra falsedad. El anarquista sevillano Melchor Rodríguez, un preso por defender sus ideas en la República y en la dictadura de Primo de Rivera, detendrá las matanzas a principios de diciembre en cuanto consigue que el Gobierno le nombre Delegado de Prisiones. Se enfrenta a Carrillo y al PCE, que lo intenta asesinar varias veces, pero detiene los fusilamientos con la única ayuda de una pistola descargada que siempre llevaba. Su lema: "Se puede morir por tus ideas, nunca matar por ellas" (ver la fantástica biografía de Alfonso Domingo "El Ángel Rojo", de Ed. Almuzara). Murió el 14 de febrero de 1972, tras purgar varios años de cárcel con Franco. Muñoz Grandes y otros militares y falangistas intercedieron por él en el consejo de Guerra. Luego siguió ayudando a los anarquistas. Hoy, no hay ni una calle con su nombre en Madrid. Ni siquiera una placa en la casa del número 5 de la calle Libertad donde vivió después de la guerra y donde murió. Hoy, Carrillo es hijo predilecto de Gijón. Así se escribe la historia en este país.




El legado de Carrillo, pequeño saquete de maldades.



Es necesario leerlo todo para disponer de criterios y datos para la forja de la propia opinión. Hoy es bueno compensar las opiniones sobre la muerte de Santiago Carrillo. Unos ponen el acento en unas cosas y otras en otras. El País, en su editorial de hoy, dice lo que sigue un poco más abajo. César Vidal recuerda la definición de Felipe González: "Pequeño saquete de maldades", más abajo aún.

Empecemos por El País: "Santiago Carrillo ha sido testigo y actor político destacado de casi un siglo de la historia de España. Pero, además, su legado exige honrar a uno de los grandes protagonistas del intenso periodo histórico que fue la Transición, un tiempo que dio la medida de la necesidad de grandes políticos en el país en los momentos de crisis más acuciantes. Sin la participación de Carrillo probablemente habría sido imposible la operación encabezada por el Rey y Adolfo Suárez para deshacer el nudo que Franco había dejado “atado y bien atado”, y que se desató gracias a una sucesión de pasos tan audaces como meditados en los que la posición de Carrillo fue decisiva. Ese legado ha permanecido, porque las bases de la democracia fundada entonces han sobrevivido.


Desde su primer compromiso como jovencísimo revolucionario durante la II República hasta la dimisión como secretario general del Partido Comunista de España (PCE) en 1982, la biografía de Carrillo es la de un político a tiempo completo que recorre la revolución fracasada de 1934, la Guerra Civil, un largo exilio o la evolución del PCE desde el estalinismo al eurocomunismo. Dirigió al Partido Comunista en la batalla contra Franco y dio forma a diversos organismos con los que la oposición de la época, forzada a la clandestinidad, intentó organizar y controlar la ruptura con la dictadura. Pero de toda esa sucesión de hechos destaca la firmeza de las líneas mantenidas en los tiempos de exilio y clandestinidad, su apuesta por la “reconciliación nacional” y la ruptura con el franquismo a través del pacto entre la derecha moderada y las fuerzas de oposición al régimen. Carrillo encontró ahí la oportunidad de rendir a España su principal servicio, comprometiéndose en una negociación con Adolfo Suárez, el presidente del Gobierno nombrado por el Rey, y con otras fuerzas políticas, que hizo posible el tránsito pacífico de la dictadura hasta las primeras elecciones democráticas y, a la postre, hacia la Constitución que ha regido la convivencia entre los españoles desde 1978.

En ese tránsito no le importó sacrificar algunas señas de identidad de su partido, reconocer a la Monarquía encarnada por don Juan Carlos —a quien inicialmente había augurado un breve reinado— y moderar las palabras, los actos y los gestos, sin exponer a la frágil democracia a los últimos coletazos de los que trataban de impedir su nacimiento. Uno de ellos fue el conato de rebelión militar que siguió a la valiente decisión de Adolfo Suárez de legalizar al Partido Comunista el Sábado Santo de 1977, antes de las primeras elecciones. Todo ello no le rindió los frutos políticos que esperaba: a la hora de las primeras elecciones, Carrillo y el PCE sufrieron la decepción de comprobar que el pueblo de izquierdas prefería al PSOE encarnado por el joven Felipe González.

Más allá de las polémicas sobre sus actividades y responsabilidades durante la Guerra Civil, y de su participación intensa en las luchas intestinas en el PCE y en el seno del movimiento comunista internacional, Carrillo antepuso los intereses del conjunto de los españoles a los de su propio partido en un momento histórico crucial. No cabe olvidar tampoco su gallarda actitud ante los golpistas de Antonio Tejero, el 23 de febrero de 1981, cuando se negó a obedecer la orden de tirarse al suelo mientras aquellos disparaban en el hemiciclo del Congreso. Todo un símbolo de un político irrepetible."

Sin embargo, otros no lo ven así. César Vidal escribe esto hoy en Libertad Digital:
"De esa manera("pequeño saquete de maldades") calificó Felipe González a Santiago Carrillo en aquellos años de la Transición tan idealizados, y que con sus polvos nos trajeron los lodos en que ahora estamos enfangados. Felipe González, por supuesto, menospreciaba al adversario y, en especial, mostraba su resentimiento consustancial hacia alguien que le podía haber causado un daño enorme.

Carrillo procedía del PSOE, donde había entrado bajo los auspicios de su padre, Wenceslao, un socialista histórico, y de Largo Caballero, el Lenin español. Sin embargo, el joven Santiago se percató desde muy pronto de que aquel PSOE no iría muy lejos en el camino de la revolución proletaria. En 1934, el retrato que aparecía, lustroso y revelador, en el despacho de Carrillo no era otro que el de Stalin, el hombre que modelaría su vida. Cuando, en octubre de ese año, el PSOE, apoyado en los nacionalistas catalanes, se alzó en armas contra el Gobierno de la República, Carrillo se hallaba entre los golpistas, pero no dio –según contaron sus compañeros de filas– muestras de valor físico. Incluso alguno se atrevió a acusarlo de haber sufrido descomposición intestinal. Fuera como fuese, Carrillo corrió a esconderse, pero acabó dando con sus huesos, brevemente, en la cárcel. Salió con la victoria del Frente Popular, y a esas alturas ya era un submarino del PCE que procedió a unificar las juventudes socialistas y comunistas bajo el control de Moscú.

De su paso por la guerra, su camarada Líster diría que "nunca asomó la gaita por un frente". Era cierto, pero no fue la suya la labor típica del emboscado. Por el contrario, convertido en el equivalente al ministro del Interior de la Junta de Madrid, llevó a cabo las matanzas de Paracuellos. El tema es discutido aún por algún apologista de la izquierda, pero hace años que Dimitrov y Stepanov zanjaron la cuestión atribuyendo directamente a Carrillo el mérito de las matanzas masivas en la retaguardia. Tampoco él lo ocultó durante años. Carlos Semprún refirió al autor de estas líneas cómo Carrillo reconocía en privado que los asesinatos en masa se habían debido a sus órdenes, aunque lo hacía sin jactancia, explicando que la guerra era así.

Cuando concluyó el conflicto, Carrillo formaba parte de los comunistas fanatizados aún creían en que Stalin descendería como deus ex machina para arrebatar el triunfo militar a Franco. Con el despiste de no comprender lo sucedido y el ansia de ajustar las cuentas a todos, escribió una carta memorable a su padre, uno de los alzados contra Negrín en el golpe de estado de Casado, carta en la que renegaba de su condición de hijo y afirmaba que, de estar en su mano, lo mataría. Su progenitor le envió una respuesta que haría llorar a las piedras, disculpando a Carrillo y atribuyendo el episodio a Stalin. Los comunistas se habían batido como nadie contra Franco, pero, a la sazón, no pasaban de ser un montón de juguetes rotos, niños de la guerra incluidos. Stalin colocó a Pasionaria al frente del PCE, más por su servilismo que por su inexistente talento; a un desengañado Díaz se lo quitó de en medio en un episodio que nunca se supo si era suicidio o asesinato, y comenzó a buscar a alguien totalmente desprovisto de escrúpulos para encabezar el PCE futuro.

A Carrillo le tocó la lotería del dictador georgiano simplemente porque reunía todas las cualidades: amoralidad, ausencia de afectos naturales, sumisión absoluta a Moscú, disposición a derramar sangre si así se le ordenaba... Décadas después, tras un programa de televisión en que participamos ambos, Jorge Semprún me diría que Carrillo era el único superviviente de aquella generación y que se iría con sus secretos a la tumba. No se equivocó. A cambio de ser el que tuviera las riendas del poder, Carrillo firmó un pacto absolutamente fáustico con Stalin en el que la sangre la pusieron otros.

Antes de acabar la guerra mundial, Carrillo desencadenó la estúpida operación de conquista del valle de Arán pensando que podría lograr en España lo que el PCI había conseguido en Italia o el PCF pretendía conseguir en Francia. Pero Carrillo no era Togliatti y las hazañas se limitaron a fusilar a unos pocos párrocos indefensos y a llamar a la sublevación armada a unas poblaciones hartas de guerra. El fracaso, a la staliniana, tenía que contar con responsables que cargaran con él como adecuados Cirineos. Así fue. Carrillo ordenó el asesinato de los presuntos culpables del desastre a manos de sus propios camaradas. Repetiría esa conducta una y otra vez, infamando a camaradas entregados como Quiñones o Comorera simplemente para que quedara claro que él no se equivocaba y que si los resultados no eran los esperados se debía a los traidores infiltrados. Y, sin embargo, ¿quién sabe? Carrillo y sus seguidores cercanos eran tan obtusos que, quizá, en lugar de chivos expiatorios de la ambición, las víctimas sólo fueron las paganas de la roma mentalidad de los comunistas. Así, nunca se sabrá si Grimau cayó en manos de la policía franquista porque Carrillo deseaba deshacerse de él o simplemente porque el PCE no daba más de sí.

La invasión de Checoslovaquia por los tanques soviéticos enfrentó a Carrillo por vez primera con unas bases que no veían bien cómo legitimar una acción así simplemente porque derivara de las órdenes de Moscú. Apoyándose en Claudín, antiguo compañero de la guerra, y Semprún, el intelectual del PCE por eso de que, al menos, sabía idiomas, Carrillo adelantó las líneas maestras de una cierta renovación ideológica –no mucha– dentro del PCE. Semejante paso no significaba ni que fuera más flexible ni que tuviera intención de ceder el poder. En una secuencia extraordinaria de ¡Viva la clase media!, un José Luis Garci actor ponía de manifiesto cómo todos los activistas del PCE en España eran, a fin de cuentas, cuatro y el de la vietnamita, y la famosa huelga general pacífica que derribaría a Franco no pasaba de ser un delirio basado en el desconocimiento de la España que se pensaba redimir. Eran como los testigos de Jehová a la espera del fin del mundo, sólo que ellos esperaban que el paraíso vendría por la acción de unas masas entregadas al fútbol y a la televisión.

En un intento de cambiar el rumbo porque era obvio que Franco se iba a morir en la cama, Claudín y Semprún realizaron un nuevo análisis marxista de lo que sucedía. Carrillo hizo que los expulsaran del PCE tras una tormentosa reunión celebrada –y grabada– en el este de Europa, y en la que tuvieron que escuchar cómo Pasionaria, que sabía leer y escribir lo justito, los calificaba, a ellos, cabezas pensantes del partido, de "cabezas de chorlito". En adelante, Carrillo –retratado magníficamente en la Autobiografía de Federico Sánchez de Semprún– se dedicó a esperar el "hecho biológico" de la muerte de Franco mientras disfrutaba de la sofisticada hospitalidad de dictadores como Ceausescu e intentaba que los prosoviéticos como Ignacio Gallego o Julio Anguita –al que con muy mala baba calificó de "compañero de viaje"– no le estropearan el festín.

De regreso a España, soñó –nunca mejor dicho– con llegar a un "pacto histórico" con Suárez que le permitiera convertir al PCE en la fuerza hegemónica de la izquierda. Pero la España de los setenta no era la Italia de los cuarenta. Estados Unidos decidió que la izquierda fetén no podía ser un PCE que propalaba un eurocomunismo cocinado en las zahúrdas del KGB y, a través de Alemania, se dedicó a financiar al PSOE de un joven abogado sevillano que respondía al nombre clandestino de Isidoro.

En su intento por lograr lo imposible y además por someter el PCE a su control stalinista, Carrillo sólo consiguió soliviantar a unos militantes del interior que, más allá del mito, encontraron totalmente insoportables a los comunistas regresados. En los años siguientes, aquellos comunistas se pasarían en masa al PSOE y al nacionalismo catalán –en ocasiones, a ambos–, buscando una iglesia más sólida y caritativa que la comunista.

Las derrotas electorales –la testarudez de los hechos que decía Lenin– obligaron a Carrillo a abandonar la Secretaría General de un PCE ya destruido –¡gracias de parte de todos los demócratas, Santiago!– mucho antes de que se desplomara el Muro de Berlín. Amagó con regresar al PSOE, insistió en que era comunista hasta la muerte y, por encima de todo, sufrió la conversión en espectro sin haber muerto. Ese fantasma, solo o en compañía de personajes emblemáticos de la izquierda como Leire Pajín, siguió apareciendo como quejumbroso contertulio de radios y engañador en memorias que, en la época de ZP, apoyó desde el pacto con los terroristas hasta la ley de memoria histórica, seguramente soñando con ganar de una vez las mil y una batallas que perdió a lo largo de su dilatada vida.

Al final, como señaló Solzhenitsyn en las páginas de conclusión de Pabellón de cáncer, desapareció de la Historia. Por desgracia, como también señaló el disidente ruso, lo hizo después de haber causado la desgracia de millares de personas."


Baltasar Garzón, Santiago Carrillo y Andrés Nin

Por Carlos Semprún Maura



Hace ya varios años, un amigo me decía: "¡Este loco de Garzón sería capaz de procesar hasta a Bush!". Seguro que no le faltaron ganas, ni a su hija de 8 años, a quien obligó a manifestar contra Bush, pero no se atrevió, es de una audacia muy relativa. No doy el nombre de mi amigo, bastante ilustre, más progre moderado que neocon, porque temo que Garzón, para vengarse de no haberse atrevido a nada contra Bush, le persiga y le castigue.

Yo, en cambio, le voy a dar un consejo al juez Garzón; en vez de intentar llevar ante el Tribunal Internacional de La Haya (ese aquelarre), el Tribunal de Núremberg, o el de las Batuecas, a 35 muertos, el primero siendo Franco, ¿por qué no imputa, como criminal de guerra, y responsable de crímenes contra la Humanidad, a un vivo, y además por poco tiempo? Me refiero a Santiago Carrillo, porque éste reúne todas las características del asesino político. No me refiero sólo a la masacre de Paracuellos, cuando era el jovencísimo responsable de la Seguridad de la Junta de Defensa de Madrid, sino a todos los paseos, de los que se habla menos, y de los ajusticiamientosde comunistas inconformes, después de la II Guerra Mundial, el caso Bullejos, el caso Comorera, muchos otros, como las ejecuciones de los jefes guerrilleros comunistas, que se negaban a abandonar las armas, pese a las órdenes de Stalin. Durante años fue el especialista del crimen político en el marco de la Internacional comunista, en su sección española, y jamás estuvo en el frente, siempre en las grises oficinas del terror comunista. Otros, como Lister, o el Campesino, fusilaron mucho, demasiado, durante nuestra Guerra Civil, pero estuvieron en el frente, Carrillo jamás. Como nunca estuvo clandestinamente en España, como otros dirigentes comunistas, hasta después de la muerte de Franco, con ese paripé de la peluca, espectáculo circense tan bien montado por Adolfo Suárez. Pero, claro, el juez Garzón no va por la onda de la verdad y de la Justicia, no quiere saber nada de los crímenes de los antifranquistas, lo que pretende es montar una gigantesca estafa histórica, para convertirse él en personaje histórico, ya que ni siquiera ha logrado ser ministro. Esta gigantesca operación que pretende demostrar que el franquismo organizó un genocidio, y puso en marcha un plan de exterminio total de los rojos, es un tal aquelarre, que es probable que no pueda llevarlo totalmente a cabo, pero eso le importa un comino, porque, como dicen sus hinchas, "puede que jurídicamente fracase, pero simbólicamente es un éxito". Pues meteos esos símbolos en el culo, y hablemos de cosas serias.

Yo no niego que el franquismo cometió multitud de crímenes, pero personalmente me repugna esa siniestra contabilidad, para saber quién mató más. Todos mataron demasiado. Pero en términos históricos y con un mínimo de serenidad, resulta evidente que en el campo republicano, o rojo, o soviético, como quieran ustedes calificarlo, la guerra civil, dentro de la guerra civil, cobró en dicho campo un aspecto peculiar (que no existió en el campo nacional o franquista). Estoy hablando del terror y la represión que ejercieron los comunistas contra otros antifranquistas. Y es por eso que he puesto el nombre de Andrés Nin en el título. No es que yo tenga una admiración particular por el político Nin, pero confieso que por el hombre sí. Cuando tantos, Bujarin, Zinoviev, Radek, London, etc, confesaron bajo la tortura, Nin no. Y nada tuvo que ver la suya con las torturas de la Puerta del Sol: ¡fue despellejado vivo! Y no confesó ser un "hitlero-trotskista", ni un agente de Franco. Pero ese horror-terror comunista, el señorito Garzón no quiere verlo; no le es rentable, prefiere condenar globalmente una dictadura y un dictador muertos, eso si que es rentable, según él, y según el franquista de Miguel Ángel Aguilar.

En un libro-entrevista, que creó que se llamabaDemain l’Espagne, Santiago Carrillo, entrevistado por los memos Max Gallo y Regis Debray, reconoció que Andrés Nin había sido asesinado bajo la tortura, pero añadía: "Teniendo en cuenta las circunstancias políticas de la época, ese crimen fue necesario". Y Gallo, Debray y Garzón se dan por satisfechos: cuando un crimen es necesario políticamente, pues adelante, a matar.

Evidentemente, esta gigantesca estafa histórica tiene un objetivo político, además del fenomenal autobombo del juez Garzón, que puede definirse como chantaje: los que se oponen a su proyecto lo hacen porque son franquistas, o lo fueron, o son sus herederos, o "sociológicamente" son franquistas, o sea que no tienen derecho a hablar, y aún menos a existir políticamente. La venganza de don Mendo progre. Las escopetas, claro, apuntan al PP, pero en un momento en el que el zapaterismo necesita y pide su ayuda, para sus Presupuestos, sus Estatutos y sus hostias, es probable que Garzón fracase, o fracase a medias.

Yo, desde luego, he sido y soy mucho más antifranquista que Garzón, pero menos estafador, porque sé que, me guste o no, la transición democrática ha sido, en buena medida, obra de franquistas: el Rey, designado a dedo por Franco, Adolfo Suárez, que no era precisamente el secretario general del POUM, Fraga Iribarne, muchos más. Cebrián, menos.

Los restos de Federico García Lorca yo ya los tengo, son sus Obras Completas, y si su familia quiere, o no, abrir la fosa es cosa suya, como en los demás casos, que deberían negociarse entre familias y alcaldes, o autoridades regionales, sin todo este batiburrillo mediático y propagandístico, porque los "desaparecidos", repito, no son sólo "víctimas del franquismo". ¿Dónde están los restos de Andrés Nin, por ejemplo? ¿En Burgos o en Berlín, como decían el NKVD y Santiago Carrillo?

Estos días, precisamente, Ciudadela publica un libro de testimonios: Por qué dejé de ser de izquierdas (*), en el que varios de nosotros, de Federico Jiménez Losantos a César Vidal, de José Maria Marco a Javier Rubio, pasando por la fantástica Cristina Losada (y no les cito a todos), explican por qué fueron antifranquistas, todos. Pienso que el antifranquismo desempeñó un papel importante, junto a la afición juvenil por la rebeldía y los extremismos, en su adhesión a la izquierda en tiempos de la dictadura. Pero fuimos antifranquistas cuando había que serlo, cuando existían la dictadura y el dictador, pero que estos que estuvieron chupando del bote finjan serlo ahora, tantos años después, se inventen una leyenda y roben una experiencia, es de bellacos. Al primero que ese juez debería juzgar es a un tal Garzón, juez. Pero ni a eso se atreverá. Prefiere ocuparse de los símbolos y los muertos. O sea de su carrera.

(*) En la página 111 de dicho libro, y tratándose de mi texto, se lee: "Pese a todo, lo esencial es que los comunistas y nosotros estamos detrás de la misma barricada de enfrente". Se trata de una errata, y la frase no tiene el menor sentido. Lo que yo había escrito, es: "Tratándose de una discusión con Ernest Mandel, un líder trotskista, quien me dijo: 'Pese a todo lo esencial, es que los comunistas y nosotros, estamos detrás de la misma barricada anticapitalista'. Y yo dije: 'Pues estoy en la barricada de enfrente'". Todo el mundo entiende, así lo espero, al menos, que se trata de un error grave, que anula el sentido de mi declaración y hasta de mi título, que es precisamente "La barricada de enfrente". Para mí es importante que yo, ya entonces (1966-67), me situara, detrás de la barricada del capitalismo democrático, contra el totalitarismo comunista.


La carta de Carmen Grimau, hija de Julián Grimau: "Carrillo, el enterrador enterrado"
Yo no hablaré del político fallecido, pero sí de su forma ética de hacer política. Porque Santiago Carrillo representó ante todo la forma más despótica y despiadada de ejercer la política. Encarnó el prototipo arrogante de los dirigentes con plenos poderes para disponer de la vida y la muerte de los otros. Siempre en la cúpula. Alejado del peligro de la clandestinidad. Hoy muere, el gran vencedor, el que enterró a todos los camaradas. A los que traicionó, también. Todos sus hombres han muerto. Él inició el comunismo y lo enterró un siglo más tarde. Su perseverancia es lo más espectacular y lo más siniestro del personaje. Acabó reinando sobre los cadáveres que fue acumulando sin que de su boca saliera el menor sentimiento de culpabilidad. Hizo ver la luz donde sólo había tinieblas. Puso cara a la pesadilla que describiera Arthur Koestler. 
Santiago Carrillo fue el experimento más logrado del NKVD. Desde que Codovilla lo visitara en la Cárcel Modelo de Madrid, poco antes de las elecciones de febrero del 36, el joven Carrillo era ya el elegido para liderar el destino de los militantes comunistas. 
«¿Quién rige los destinos de los hombres?», se preguntaba Vassili Grossman. Buena pregunta. Desde luego, entre 1944 y 1976, los destinos de los clandestinos comunistas estuvieron en manos de Santiago Carrillo. Salvo la incursión puntual en el Valle de Arán en 1944 –que le proporcionaría el poder absoluto sobre el aparato del Partido–, no volvió a entrar clandestinamente a España hasta el 7 de febrero de 1976, y lo hizo subido en un Mercedes y con peluca picassiana. El barbero de Picasso hizo un trabajo histórico. Personalmente, no he conocido a ningún clandestino que pasase la frontera con esa escenificación tan teatrera. Los clandestinos que conocí siempre me parecieron seres transparentes que, si podían, se fundían con el asfalto de las calles que pisaban. Recuerdo a hombres sobrios, desprendidos e inquietos. Sin un duro en el bolsillo para ellos o sus familias y que luchaban por algo en lo que creían. Fueron los portadores de una filantropía abnegada y severa. Pero eso ya lo escribí en la revista Leer de José Luis Gutiérrez. 
La peluca, que tanta gracia hizo a sus señorías, formó parte de una táctica, sumamente calculada, de éxito y de aplauso póstumo a la par. En 1976, sabe que ha llegado el momento del envite crucial. Es sólo cuestión de meses. Su despiadado egocentrismo lo mantiene alerta. Quiere ser el único protagonista. Por ello, el 8 de diciembre, increpa al prestigioso clandestino Simón Sánchez Montero con un "¿es que me queréis sustituir?". Recela también de la popularidad de Marcelino Camacho. La tensión se palpa. Y el acto final tendría lugar el día 22 con su detención. Fue la gran ceremonia pactada: ocho días en la enfermería de Carabanchel. Pagó un precio muy módico. El 31 de diciembre tomaba las uvas en libertad. 
Ya sé que escribo a contrapelo. Algún día, tal vez, se conozcan todas sus traiciones. Es sabida de sobra hoy su cobardía al no querer nombrarlas. El apasionante libro de José Luis Losa –Caza de rojos– da buena prueba de ello. Nadie puede sobrevivir a semejante responsabilidad si no alberga en su cerebro lo más abyecto: la carencia absoluta de conciencia. Santiago Carrillo vivió como un alto funcionario de carrera política. Fue un burócrata tenaz e implacable que consiguió aguantar impertérrito 50 años de reunión permanente. Un dirigente cuyo centro estratégico se situó siempre en un despacho acolchado con informes. Fue un enragé de los informes. Un fanático del control. Un internacionalista sin don de idiomas. Fernando Claudín, con gracejo vindicativo, dejaría caer una evidencia: «Carrillo no se apeó del coche con chofer desde el 45». De funcionario revolucionario a funcionario de las Cortes: de coche del Partido a coche oficial de diputado. 
La realidad dejó de existir fuera de las palabras codificadas. Y los informes fueron para él más carne que la carne misma de los clandestinos. Valían más. Valían todo. Vassili Grossman perfiló a un prócer del partido soviético que bien podría haber sido Carrillo: «Fue de esos que no tuvieron ni siquiera la oportunidad de comportarse vilmente durante los interrogatorios, ya que no les interrogaron. Tuvieron suerte, no les arrestaron». Carrillo se reinventó a sí mismo en la mentira. Su habilidad camaleónica siempre me ofendió. Me estremeció su perseverancia en ser la voz del augur, legitimada siempre con la sangre de los otros. No citaré a ninguno para no olvidarme de nadie. Gregorio Morán habló de dos elementos confluentes en el tacticismo del dirigente: su amnesia oportunista y la exoneración de toda responsabilidad propia. «Somos colectivamente responsables de las insuficiencias y debilidadesen nuestro trabajo». Todos fueron culpables. Menos él. 
Pero yo, hoy, en el día de la muerte de Santiago Carrillo, sólo veo el silueteado de los clandestinos que no pudieron regresar de la utopía mortal de aquellos años de espejismo revolucionario. Y el rostro entumecido y los ojos negros de mi padre, Julián Grimau, esperando que el tercer tiro de gracia acabara con su vida. Porque hicieron falta tres tirosde gracia para matarle. Diferencia.

Quizás le interese: Gabriel Albiac: "Santiago Carrillo fue el paradigma de esa generación de monstruos que produjo la Europa de Entreguerras" 
O también: Los documentos que sí existen sobre Paracuellos. 



Andrés Nin, el crimen que remató la República 

Federico Jiménez Losantos publicó una serie, "Los nuestros", en la prensa española, en concreto, en El Mundo. El breve relato de la vida de Andrés, Andreu Nin, es uno de ellos. 

De orígenes anarquistas, fue funcionario sindical en la URSS al término de la revolución. Llegado Stalin al poder, tuvo que abandonar Moscú para salvar la vida. De regreso a España, fundó partidos trotskistas. Su asesinato en 1937 ejemplifica la profunda brecha que se abrió en la izquierda.

Cuando los agentes secretos soviéticos, dirigidos por Orlov, y sus sicarios españoles, entre los que destacaba el coronel Ortega, secuestraron, torturaron y asesinaron a Andrés o Andreu Nin López, en junio de 1937, algo en la II República se rompió para siempre.

No se explica el final de la guerra sin la fosa que se abre, con el cuerpo de Nin dentro, entre los que estaban dispuestos a todo al servicio de Stalin y los que, desde entonces, miraron a Moscú como un peligro más que como un aliado. Si Moscú era capaz de mandar asesinar a un hombre inofensivo políticamente como, de hecho, lo era Nin, ¿qué podía esperarse de bueno que viniera de Moscú? Ni armas siquiera, que por entonces, además, empezaron a llegar de forma harto irregular, a pesar de estar pagadas de antemano y de sobra con el oro del Banco de España enviado a Odessa.

Y es que la historia de Nin, como la de los otros grandes personajes del POUM, Maurín y Gorkin, era la de la izquierda española del siglo XX. Formado en el anarquismo, con gran facilidad para los idiomas -daba clases de catalán y de español entre presión y prisión, y pronto se ganó la vida como traductor en las épocas de clandestinidad- Nin era, con Pestaña, una de las jóvenes promesas del movimiento libertario, cuando triunfó el golpe de Estado leninista y fue enviado a Moscú para averiguar las características del régimen y después decidir si la CNT se sumaba a la naciente III Internacional. Nin hizo algo más que mostrarse favorable_ se quedó en Moscú. Allí empezó a trabajar en la organización de la Profintern, la Sindical Obrera de la III Internacional, y recorrió Europa como agente soviético buscando su implantación, tarea dificilísima porque los socialistas y los anarquistas tenían el control absoluto de ese terreno y pronto se mostraron opuestos al sectarismo leninista.

Nin tardó poco en desengañarse de la revolución. Dos años después de instalarse en su despacho de la Profintern ya le contó a Gorkin sus dudas sobre la evolución de la URSS y, en especial, sobre la sucesión de Lenin. Su favorito era Trotski, con el que mantenía muy buena relación Fue precisamente lo que, años después, le costó la vida.

Y es que Trotski, además de crear el Ejército Rojo y de forjar, mano a mano con Lenin, el régimen de terror que, a través de la cheka, dirigió desde los primeros meses de la revolución Félix Dzerzhinski, tenía debilidad por los escritores e intelectuales, a los que adoctrinaba y con los que se entretenía en largas veladas, bien regadas con vodka. Nin tenía un lugar importante aunque relativamente marginal en la naciente nomenklatura y pertenecía al círculo de los Maiakovski, Esenin, Bábel, Lili Brik, Lieniak y otros que, con Gorkin en la distancia, y Meyerhold en las tablas, sin olvidar a Dziga Vertov, Pudovkin y Eisenstein en el cine, formaron una especie de Corte de Camelot en la naciente revolución soviética.

Nin tradujo al catalán y al español varios libros de Lenin, de Trotski y de los pocos teóricos que por entonces tenía el partido bolchevique, pero complementaba su sueldo y su afán lliterario con la traducción de narraciones de todos aquellos brillantes escritores, entre las que destaca Caballería Roja, de Isaak Bábel.

Pero el rey Arturo Illior Ulianov murió y no había caballeros en torno a la Mesa Redonda de la revolución de octubre. La lucha sorda entre Trotski y Stalin por la sucesión leninista, la tuvo ganada Stalin desde el principio, pero tardó algún tiempo en tomar represalias. Así pudo censar a todos los que, en un momento dado, podían serle hostiles, y se dispuso a deshacerse de ellos.

Entre los trotskistas, que eran simplemente los que se oponían a Stalin o a ciertas formas del terror soviético que no tenían sentido después de ganar la Guerra Civil, figuró desde el principio Andrés Nin. Trotski pudo salir vivo de la URSS pero sus amigos se quedaron y, en la práctica, se convirtieron en prisioneros del naciente estalinismo. Nin tuvo además la gallardia de no esconder nunca sus diferencias con Trotski pero también de ayudarlo cuantas veces pudo, porque consideraba injusta su persecución. Esto lo llevaba de cabeza a la cheka y al tiro en la nuca, cuando su mujer. Olga Tareeva, le impuso la huida de la URSS como única forma de salvar la vida, Las autoridades negaron el visado. Entonces, Olga se presentó en la sede del KGB -entonces GPU- diciendo que si no les dejaban salir, se pegaría un tiro en la puerta de la Lubianka. Y sacó la pistola para demostrarlo. La vieron tan decidida que les dejaron salir.

Cuando Nin regresa a España está naciendo la II República y él funda un grupo claramente trotskista, Izquierda Comunista, que, sin embargo, tropieza con dos obstáculos infranqueables: el dogmatismo de Trotski y la existencia de un grupo, el Bloque Obrero y Campesino, dirigido por el aragonés afincado en Barcelona Joaquín Maurín, cuyo liderazgo en el comunismo antiestalinista era indiscutido e indiscutible. Nin no fue capaz de conseguir que su organización creciera mientras veía cómo la de Maurín se iba haciendo cada vez más fuerte.

Después de muchas peleas teóricas y después de la participación del BOC en als alianzas obreras y la revolución de Asturias, amén de la rebelión de la Generalitat que, dirigida por Dencás, terminó en un espantoso ridículo, la IC y el BOC deciden unir sus fuerzas convencidos de la inminencia, por no decir necesidad, de la Guerra Civil. Nace así el POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, en el que Nin ocupa una presidencia honorífica pero en el que manda Maurín.

Su política es comunista, dictatorial, pero antisoviética, lo cual les enemista con la CNT -que no perdona ni la antigua defección de Nin ni la represión de Ttrotski contra Makno y otros anarquistas en la URSS- y con Stalin, que ha puesto en marcha, con Yagoda y Yehzov, lo que Conquest ha llamado «el gran terror», una depuración masiva de todos los antiguos bolcheviques, con especial atención a los anarquistas, troskistas y «socialtraidores» en general.

El comienzo de la Guerra Civil pilla a Marín en Galicia, donde consigue escapar con nombre falso, pero es detenido al tratar de pasar a Francia por Jaca, y remitido a la cárcel. Nin queda entonces como jefe nominal del POUM, pero el partido sigue siendo maurinista y, salvo Andrade, todos los dirigentes, con Gorkin a la cabeza, le guardan respeto pero no obediencia. Cuando empieza la guerra, el POUM moviliza sus efectivos como los demás partidos revolucionarios, ero el PCE-PSUC, es decir, Moscú, por boca de Koltsov, ya ha ordenado la caza y captura de los trotkistas, a los que se asimila con los nazis y el Gobierno de Burgos. Tras los Hechos de Mayo, en los que el POUM se alía desganadamente a la CNT contra el PSUC, se desata la persecución contra los poumistas. En junio, Negrín, que ha sustituido a Largo Caballero porque éste se niega a ilegalizar la organización dirigida por Nin, hace la vista gorda para que el coronel Ortega y los agentes de la NKVD, el servicio secreto soviético que en la España republicana ya campaba a sus anchas, detengan a la plana mayor del POUM.

Se llevan a Nin a Madrid, pasando por Valencia, y allí intentan convencerle a golpes de que confiese su condición de agente franquista y nazi. Nin, hombre de salud frágil y carácter blando, no transige. Comienzan entonces las torturas: lo llevan de Madrid -una cheka en la Castellana- a Alcalá de Henares y allí, en un chalé, lo golpean hasta darlo por muerto. Pero vive. Entonces lo llevan al Pardo, a un garito donde las Brigadas Internacionales solían depurar a los antifascistas que no rendían culto a Stalin. Lo coge entonces una troika venida de la URSS y encargada de los mokrie dela, literalmente, asuntos mojados, en sangre, se entiende.

Por las declaraciones de un agente soviético a Jesús Hernández, número dos entonces del PCE, Nin fue desollado vivo, o desollado hasta que murió, Pero nunca firmó nada contra sus compañeros. Mundo Obrero publicó entonces que un grupo de agentes de la Gestapo habían cruzado las líneas y rescatado al «traidor Nin» llevándoselo a Burgos. El POUM respondió desde la clandestinidad pintando en todas las paredes que tuvo a mano: « Gobierno Negrín: ¿dónde está Nin?. A lo que los del PCE-PSUC añadireron: «En Salamanca o en Berlín». Se unió así el asesinato a la calumnia. Pero entre los que no eran comunistas, la muerte de Nin significó una ruptura de fondo con Moscú que desembocó en la rebelión de Casado al final de la guerra. «Antes con Franco que con los que mataron a Nin», se dijeron Besteiro y los suyos. Lo que prueba hasta qué punto Nin era uno de los nuestros.

Carrillo y los documentos de los crímenes de Paracuellos del Jarama.


Sin duda alguna, uno de los efectos colaterales de la Memoria Histórica ha sido el refrescar la memoria, dicho sea de paso, de la actuación criminal de Santiago Carrillo durante la Guerra Civil Española. La falta de memoria de la actual Democracia española produjo una amnesia, un poco selectiva, sobre el personaje en cuestión durante más de veinte años. Afortunadamente, Carrillo que empezó como héroe de la Transición acabará sus días como el criminal de Paracuellos del Jarama. Hace un par de años, en un programa de Antena 3, se debatía sobre esto de la Memoria Histórica, allí se entrevistó a un vecino de Monesterio y de Madrid, veterano abogado, llamado José Luis Rodríguez Viñals. Pero en la mesa de la tertulia estaba entre otros Santiago Carrillo. Entonces un contertuliano, el catedrático e historiador Fernando García de Cortazar hizo sutilmente una alusión a los crímenes de la Guerra Civil. Sutilmente dijo que de eso sabía mucho don Santiago. Al poco tiempo el «Marqués de Paracuellos» -tal como denomina Federico Jiménez Losantos a Carrillo- desapareció del plató. El presentador disculpó a la audiencia de que el señor Carrillo se había ido porque estaba indispuesto. Eso es la mala conciencia, y también la cobardía por no asumir los miles de asesinatos y ejecuciones en Paracuellos del Jarama en aquel noviembre de 1936. Uno de cuyo responsables es Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid en 1936 representante de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Como los dirigentes rojos eran muy cínicos, cuando se constituyó la Junta de Defensa de Madrid, se informó desde la prensa que se creaba como «garantía de sus habitantes». Así lo anunció el diario El Sol del 8 de noviembre de 1936. Los primeros que supieron de esta garantía eran los presos políticos encarcelados sin mandamiento judicial, muchos de los cuales fueron fusilados. Los negacionistas de los crímenes de Santiago Carrillo aseveran que este héroe no es responsable de nada y que es muy bueno. Esto no es lo que decía un compañero suyo de fechoría, un comunista que había pasado por todo el espectro político de la izquierda, llamado Ramón Torrecilla Guijarro. El 3 de noviembre de 1939 firmó una declaración en la que daba todo lujo de detalle del entramado institucional que llevó a cabo las sacas de las cárceles y el asesinato de millares de personas. Fue designado directamente por Santiago Carrillo para ser vocal del llamado «Consejo de la Dirección General de Seguridad». En este organismo había representantes de la FAI, del PCE, de la CNT, de la UGT, y de las Juventudes Socialistas.
Ramón Torrecilla recibía órdenes de Segundo Serrano Poncela, Delegado de Orden Público y antiguo redactor del diario Claridad, periódico del ala más radical del PSOE. Según la declaración de Ramón Torrecilla, «Serrano Poncela tenía que ir diariamente a despachar con el Consejero de Orden Público en la Junta de Defensa, Santiago Carrillo. Además, Santiago Carrillo iba con frecuencia a conferencia con Serrano Poncela. Se llevaba en la Dirección de Seguridad un libro registro de expediciones de presos para asesinarlos. Calcula el declarante que fueron alrededor de 20 a 25 las efectuadas; de ellas, cuatro de la Cárcel Modelo, cuatro o cinco de la de San Antón, seis a ocho de la de Polier, y seis a ocho de la de Ventas. Le parece que de la Cárcel Modelo se extraerían para matar alrededor de mil quinientos presos».
El procedimiento que seguían estos criminales para la selección de los posibles fusilados lo inauguraron en la Cárcel Modelo de Madrid en la noche del 7 de noviembre de 1936: «El dicente y sus cinco compañeros se encaminaron seguidamente al fichero de presos y pasaron varias horas apartando las fichas, según la profesión de los presos, en los cuatro grupos siguientes: 1º Militares, 2º Hombres de carreras y aristócratas. 3º Obreros. 4º Personas cuya profesión no constaba». Esto era la legalidad republicana, la legalidad del crimen y del asesinato. Esto lo cuenta uno de los responsables, camarada de Santiago Carrillo. Sorprende pasado más de medio año tras la finalización de la Guerra Civil, el criminal Ramón Torrecilla Guijarro no había sido enjuiciado por estas actuaciones, pero sí otras menos graves: «Estuvo en libertad durante varios meses después de liberado Madrid hasta que el 9 de agosto último fue detenido con otros correligionarios por atribuírsele actuales actividades comunistas. Sobre estas supuestas actividades políticas ha sido interrogado por un Juez, pero no lo ha sido, hasta ahora sobre su actuación en la dominación roja».
Aquí están los documentos: La hoja número 1, la hoja número 2, la hojanúmero 3, la hoja número 4, y la hoja número 5. Se puede constatar que sí existen papeles que atestiguan que Santiago Carrillo fue el máximo responsable de esos crímenes.


La brillante hoja de servicios de Carrillo



Luis David Bernaldo de Quirós.- He aquí el retrato fiel de Santiago Carrillo, hombre sin conciencia ni honor que, como recompensa a su trayectoria criminal, recibió infinidad de homenajes y prebendas de los políticos a izquierda y derecha así como del jefe del Estado.

Sirva esta hoja de servicios para hacer justicia con sus víctimas y para vergüenza de sus aduladores, hacedores del inicuo régimen actual.Veamos la “brillante hoja de servicios” de este sujeto:

I).- Siempre tuvo por referencia al “gran Stalin”, uno de los personajes más siniestros que ha dado la Humanidad. Este amor por el dictador se puede comprobar leyendo la revista Nuestra bandera de 1.950.

II).- Sometía a sus víctimas a interrogatorio hasta extremos de llevarlos casi a la locura. Esto ocurrió con Carmen de Pedro, amante de Jesús Monzón, a la que autoconvenció diciéndole que Monzón no había luchado contra el fascismo, sino que había colaborado con él y, por tanto, había que eliminarlo.

III).- Repudió a su padre en beneficio de la de la causa. El comunista Manuel Tagüeña dice al respecto: Siempre estuvo Carrillo subordinado a sus ambiciones políticas. Por mucho aire espartano que quiera dar al gesto, nadie duda que lo hizo para presentarse ante la dirección del partido como militante íntegro capaz de sacrificar a su padre en beneficio de la causa. Este repudio y denuncia lo haría dos meses y pico después de que el trío formado por Casado-Besteiro-Wenceslao Carrillo se levantaran contra el gobierno de Negrín y, por tanto, contra la República.

IV).- Para autoafirmarse en sus principios y tratar de convencer al PCE y a la IC de la solidez de sus convicciones, afirmaba: Cada vez me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la gran Internacional Comunista… Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin…

V).- Es el responsable, sin que nadie le haya pedido cuentas, de las sacas de presos que, desde las cárceles Porlier, San Antón, Modelo, todas de Madrid, terminaban siendo masacrados en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, Arroyo de San José ,etc.

VI).- Como es lógico, niega todo esto en sus Memorias y lo achaca, como siempre, a incontrolados. Mentira. La saca más importante fue la de Paracuellos, 500 personas, las cuales fueron transportadas en autobuses de dos pisos con los correspondientes vehículos de escolta, teniendo que atravesar toda la ciudad, siendo vistos por muchísimo público.

VII).- No cuenta que, cuando a primeros de diciembre fue nombrado director general de prisiones el anarquista Melchor Rodríguez, el Angel Rojo, se acabó todo aquel terror, demostrándose que las matanzas no eran obra de incontrolados.

VIII).- En el diario La Voz de 3 de Noviembre de 1936, se puede leer: Hay que fusilar a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles …”. En Diario de la guerra de España, del agente de Stalin en Madrid, Mihail Kolstov, Ruedo Ibérico, Madrid 1977, se lee: Limpiar un poco Madrid; echar aunque no sean más que 30.000 fascistas; fusilar, aunque sólo sea un millar de bandidos.

IX).- Este sujeto aparece en unas declaraciones de Francisco Antón en “Discursos pronunciados en el Pleno Ampliado del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia los días 7 y 8 de Marzo de 1937”. Dice así: …nos hemos preocupado un poco por limpiar la retaguardia. Es difícil asegurar que en Madrid está liquidada la Quinta Columna, pero lo que sí es cierto es que allí se han dado los golpes más fuertes… y esto se debe a la preocupación del Partido y al trabajo abnegado, constante, de dos camaradas nuevos, el camarada Carrillo, cuando fue Consejero de Orden Público, y el camarada Cazorla…”.

X).- Asesinó a los duques de Veragua y dio órdenes para quemarle los pechos con un cigarro a sor Felisa, del convento de las Maravillas ( “Paracuellos del Jarama: Carrillo culpable” , Editorial Arcos Vergara, Barcelona 1983, pág. 68).

XI).- Este gijonés homenajeado, aparece en un comentario del ex comunista Carlos Semprún Maura en el diario ABC de 9 de Abril de 1994: Siendo Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, fue Santiago Carrillo quien ordenó la matanza de Paracuellos cosa que ha reconocido offthe record y no, como escribe, incontrolados probablemente de la FAI.

Este sujeto, en unas declaraciones al periódico “El Socialista” del 15 de setiembre de 1.934, decía lo siguiente: “Si el gobierno entregado a las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes (se refiere a las Juventudes Socialistas) las que asalten el Poder, implantando su dictadura de clases”. Al final termina con “¡Muera el Gobierno!. ¡Muera la burguesía!. ¡Viva la Revolución!. ¡Viva la dictadura del proletariado!”. Es decir: este “demócrata” grita todo tipo de “mueras” en plena República. De aquí se deduce que la “república” por la que luchaba este ejemplar era por la de la bota, el bozal, el grillete y la zahúrda, como todos sabemos.

A continuación, hacemos un breve comentario sobre el libro de D. Ricardo de la Cierva “Carrillo miente. 156 documentos contra 103 falsedades”, editorial Fénix, 1.994. En la página 19 se puede leer: “Estas anécdotas personales no son nada en comparación con las mentiras que relata en sus memorias. En este sentido su libro merece el Nobel, el Cervantes y el Nadal de la mentira. Yo creo que nadie ha sido capaz como él de escribir tres mentiras por línea impresa”. (Carlos Semprún Maura, antiguo comunista, “Con la mentira en ristre”, ABC 9-04-94, página 72). Enrique Líster, que fue comunista antes que Carrillo y que siguió siendo comunista después de haber sido expulsado éste del PCE, dice en la página 20: “Hasta las conversaciones con Uribe en 1.961 yo consideraba a Carrillo un comunista. Un comunista con muchos defectos, pero un comunista. A partir de esa fecha comencé a observarlo de forma diferente, a observar sus actitudes y sus acciones de forma más crítica. Comencé a ligar unos hechos con otros, unas épocas con otras y ante mí fue apareciendo un Carrillo completamente extraño a toda idea, principio y práctica comunista. Aparecía el arribista sin escrúpulos, un ser completamente deshumanizado, capaz de mandar a la muerte o destruir política y moralmente a personas a las que antes había jurado la más completa amistad. Le he visto mentir de la manera más cínica al informar sobre las entrevistas y los hechos relacionados con otros partidos o personas”.No sé si conocerán la carta que le envió a Carrillo el enterrador de Paracuellos.

Vamos a transcribir sólo tres párrafos, porque la carta es un poco larga. Dice así: “Sr. Don Santiago Carrillo Solares: “Creo que me conocerás. Yo sí te recuerdo mucho. Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 85 años. En el año 1.936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la ESCUADRILLA DEL AMANECER, de la calle del Marqués de Cubas nº 17 de Madrid, donde presencié los más horribles martirios y crímenes”. “También estuve en el Cuartel de la Guardia de Asalto de la calle Pontones, en la Puerta del Sol, donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones en las checas de tu mando. Yo soy Pionero, al que llamaban “EL ESTUDIANTE”, que llevaba la correspondencia a las diferentes checas a cambio de la comida que me dabas…¿Me conoces ahora, Santiago Carrillo? Se despide de ti el enterrador de Paracuellos del Jarama, alias “EL ESTUDIANTE”, que presenció los martirios y asesinatos que tú, Santiago Carrillo, mandaste que se realizaran en España”.Más en Declaraciones de “el Estudiante” a “El Alcázar”.“… Al rato llegó un coche alargado de donde se bajaron 4 milicianos y un quinto, el jefe de las checas, que yo conocía entonces. Vestía un tabardo marrón y unas botas. No tendría más de 23 o 24 años. Era Santiago Carrillo. Apearon a tres señores y una señora, les hicieron andar sobre la cuneta unos doce metros y, sin que yo me lo esperara, sacaron las ametralladoras y los mataron a los cuatro. Carrillo, que había mandado ejecutarlos, saltó a la cuneta y me dijo: “este es el duque de Veragua, el fascista número uno de España”… mientras sacaba una pistola… y disparó tres tiros sobre el cráneo del duque que ya estaba bien muerto… dirigiéndose al guardia de asalto Ramiro Roig (El Pancho) le ordenó: ¡Quítale el anillo (una sortija con brillantes que parecía muy buena), y como no podía, él ordenó: ¡Córtale el dedo, leche!

El guardia sacó una navaja de bolsillo y destrozó la mano hasta que consiguió sacar el anillo y se lo dio a su jefe. Recuerdo perfectamente que Santiago Carrillo, después de limpiar la sangre de la sortija con broza que cogió del suelo, se la guardó en el bolsillo…”. “Recuerdo que era de noche cuando llegamos (a la cheka de Fomento)… Allí estaba una mujer joven, de unos treinta años o más, con la ropa a jirones, casi desnuda, que no hacía más que llorar y suplicar que no le pegaran más. Cuando llegó Santiago Carrillo dio orden a “El Valiente”, quien con un cigarro puro empezó a quemarle los pechos, mientras suplicaba “por Dios” que no la torturaran más. Luego me dijeron que se trataba de sor Felisa, del convento de las Maravillas, de la calle Bravo Murillo…”.

“Al otro día, igual, cavando que no sabía para qué servía. Debía ser la primera semana de noviembre cuando nos llegaron tres autocares con cientos de personas. No sé cuántas serían. Aquello fue horroroso. No paraban de matarlos y meterlos en las zanjas, cuando llegaban más autocares con hombres, mujeres y niños… La escabechina fue tremenda; el mismo Santiago Carrillo empujaba hasta la fosa con el pie; con algunos no podía y los arrastraba cogiéndolos de los pies o de las manos . . . Así fue, a grandes rasgos, la matanza de Paracuellos efectuada los días 6, 7, 26 y 27 de noviembre …”.