domingo, 14 de abril de 2013

II PARTE DEL LIBRO REBELIÓN EN LA GRANJA

Capítulo V 

El invierno se aproximaba, Mollie se volvió más y más fastidiosa. Llegaba tarde al trabajo, quejándose, aun cuando su apetito era excelente había rumores de algo más serio. Clover la llamó. Esta mañana te vi mirando por encima del cerco que separa a Granja Animal de Foxwood. Uno de los hombres del señor Pilkington estaba parado al otro lado del cerco. Escondida bajo la paja había de terrones de azúcar y cintas de distintos colores. Tres días después Mollie desapareció. Durante varias semanas no se supo nada respecto a su paradero; luego la habían visto al otro lado de Willingdon. Ninguno de los animales volvió a mencionar a Mollie. 

En enero hizo muy mal tiempo. Se realizaron muchas reuniones en el granero; los cerdos se ocuparon en formular planes para la temporada siguiente. Se llegó a aceptar que los cerdos, que eran manifiestamente más inteligentes que los demás animales, resolverían todas las cuestiones referentes al manejo de la granja, aunque sus decisiones debían ser ratificadas por mayoría de votos. Este arreglo habría andado bastante bien a no ser por las discusiones entre Snowball y Napoleón, estaban siempre en desacuerdo en cada punto donde era posible que hubiera discrepancia. Si uno de ellos sugería sembrar un mayor número de hectáreas con cebada, con toda seguridad que el otro iba a exigir un mayor número de hectáreas con avena. Cada uno tenía sus partidarios y se registraron debates violentos. En las reuniones Snowball a menudo convencía a la mayoría por sus discursos brillantes, pero Napoleón era superior para obtener apoyo fuera de las sesiones. 

Napoleón no presentó ningún plan propio, pero decía tranquilamente que los de Snowball quedarían en nada, y parecía aguardar algo. Pero de todas sus controversias, ninguna fue tan enconada como la que tuvo lugar con respecto al molino de viento, había una pequeña loma, Snowball declaró que ése era el lugar indicado para un molino de viento. Todos iban a mirar los planos de Snowball. Únicamente Napoleón se mantenía a distancia, se había declarado en contra desde el principio. Un día, sin embargo, llegó en forma inesperada para examinar los planos, repentinamente, levantó la pata, hizo aguas sobre los planos y se alejó sin decir palabra. 

Toda la granja estaba muy dividida en el asunto del molino de viento. Snowball no negaba que construir significaría un trabajo difícil, declaró, se ahorraría tanto trabajo que los animales sólo tendrían que laborar tres días por semana. Napoleón, por el contrario, sostenía que la gran necesidad del momento era aumentar la producción de comestibles, y que si perdían el tiempo con el molino de viento se morirían todos de hambre. Los animales se agruparon en dos facciones bajo los lemas: "Vote por Snowball y la semana de tres días" y "Vote por Napoleón y el pesebre lleno". Benjamín era el único animal que no se alistó en ninguna de las dos facciones. Se negó a creer que habría más abundancia de comida o que el molino de viento ahorraría trabajo. "Con molino o sin molino, dijo, la vida seguiría como siempre lo fue, es decir, un desastre.” 

Aparte de las discusiones referentes al molino, estaba la cuestión de la defensa de la granja, aunque los seres humanos habían sido derrotados podrían hacer otra tentativa, más resuelta que la anterior, para volver a capturar la granja y restablecer al señor Jones. Tenían aún más motivo para hacerlo, pues la noticia de la derrota se difundió por los alrededores y había puesto a los animales más revoltosos que nunca. Como de costumbre, Snowball y Napoleón estaban en desacuerdo. Según Napoleón, lo que debían hacer era procurar de armas de fuego. Snowball opinaba que debían fomentar la rebelión entre los animales de las otras granjas. 

Uno argumentaba que si no podían defenderse estaban destinados a ser conquistados; el otro argüía que si había rebeliones en todas partes no tendrían necesidad de defenderse. Los animales escuchaban primeramente a Napoleón, luego a Snowball, y no podían decidir quién tenía razón; a decir verdad, siempre estaban de acuerdo con el que les estaba hablando en ese momento. 

Al fin llegó el día en que Snowball completó sus planos. En la Reunión se iba a poner a votación si se comenzaba o no a construir el molino de viento Napoleón dijo que el molino era una tontería y él aconsejaba que nadie lo votara. Ante esto Snowball se puso de pie, y gritando para poder ser oído en un momento la elocuencia de Snowball los había seducido. Con frases ardientes les pintó un cuadro de cómo podría ser Granja Animal cuando la electricidad, dijo, podría mover las trilladoras, los arados, las segadoras y las atadoras, además de suministrar a cada establo su propia luz eléctrica. Cuando dejó de hablar, no quedaba duda sobre el resultado de la votación. Pero justo en ese momento se levantó Napoleón y echando una extraña mirada hacia Snowball, emitió un chillido agudo. Acto seguido se escuchó afuera un terrible ladrido y nueve enormes perros, que llevaban puestos unos collares armados con clavos, entraron corriendo al granero. Se lanzaron directamente hacia Snowball, quien saltó justo a tiempo para eludir sus feroces colmillos. Asombrados y asustados para hablar, todos los animales se agolparon en la puerta para observar la persecución. Snowball iba a toda carrera a través de la pradera a la carretera. Corría como sólo puede hacerlo un cerdo, pero los perros le pisaban los talones, logró meterse por un agujero en el cerco y no se le vio más. 

Silenciosos y aterrorizados, los animales volvieron al granero. También los perros regresaron dando brincos. Al principio nadie podía imaginarse de dónde provenían esas bestias, pero el problema fue aclarado enseguida; eran los Cachorros que Napoleón había quitado a sus madres y criara en privado. 

Aunque no estaban completamente desarrollados todavía, eran perros inmensos y fieros como lobos. No se alejaban de Napoleón. Se observó que le meneaban la cola como los otros perros acostumbraban hacerlo con el señor Jones. 

Napoleón, con los canes tras él, subió a la plataforma donde anteriormente estuvo Mayor. Anunció que desde ese momento se habían terminado las reuniones de los domingos. En lo futuro todas las cuestiones relacionadas con el manejo de la granja serían resueltas por una comisión especial de cerdos, presidida por él. Estos se reunirían en privado y luego comunicarían sus decisiones a los demás, no habría más debates. 

Si la expulsión de Snowball les produjo una gran impresión, este anuncio consternó a los animales. Algunos de ellos habrían protestado de encontrar los argumentos apropiados. Hasta Boxer estaba un poco aturdido. Algunos de los cerdos jóvenes emitieron agudos gritos de desaprobación, y todos ellos se pararon de golpe y comenzaron a hablar al mismo tiempo. Pero, repentina-mente, los perros que estaban sentados alrededor de Napoleón dejaron oír unos profundos gruñidos amenazadores y los cerdos se callaron, volviéndose a sentar. Entonces las ovejas irrumpieron con un tremendo balido de “¡Cuatro patas sí, dos pies no!” y puso fin a cualquier intento de discusión. 

Luego Squealer fue enviado por toda la granja para explicar la nueva disposición a los demás. Camaradas, dijo, espero que todos los animales presentes se darán cuenta y apreciarán el sacrificio que ha hecho el camarada Napoleón al tomar este trabajo adicional sobre sí mismo. ¡No se crean, camaradas, que ser jefe es un placer! Por el contrario, es una honda y pesada responsabilidad. Nadie estima más firmemente que el camarada Napoleón el principio de que todos los animales son iguales. 

Estaría muy contento de dejarles tomar sus propias determinaciones. Pero algunas veces podrían ustedes adoptar decisiones equivocadas, camaradas, ¿y dónde estaríamos entonces nosotros? Supónganse que ustedes se hubieran decidido seguir a Snowball, con sus disparatados molinos; Snowball, que, como sabemos ahora, no era más que un criminal.... La lealtad y la obediencia son más importantes. ¡Disciplina, camaradas, disciplina férrea! 

Esa es la consigna para hoy. Un paso en falso, y nuestros enemigos estarían sobre nosotros. Seguramente, camaradas, que ustedes no desean el retorno de Jones. Boxer, que había tenido tiempo de coordinar sus ideas, expresó la opinión general diciendo: "Si el camarada Napoleón lo dice, debe estar bien." Y desde ese momento adoptó la consigna: "Napoleón siempre tiene razón", además de su lema particular: “Trabajaré más fuerte”. 

Todos los domingos, los animales se reunían en el granero a fin de recibir las órdenes para la semana. 

El cráneo del Viejo Mayor, ya sin rastros de carne, había sido desenterrado de la huerta y colocado sobre un poste. Después de izar la bandera, los animales debían desfilar en forma reverente al lado del cráneo antes de entrar al granero. Ahora no se sentaban todos juntos, como acostumbraban. Napoleón, con Squealer y otro cerdo llamado Mínimus, se sentaban sobre la plataforma, con los nueve perros formando un semicírculo alrededor, y los otros cerdos sentados tras ellos. Los demás animales se colocaron enfrente, Napoleón les leía las órdenes para la semana en un estilo militar, y después de cantar una sola vez Bestias de Inglaterra, todos los animales se dispersaban 

El tercer domingo después de la expulsión de Snowball, los animales se sorprendieron un poco al oír a Napoleón anunciar que, después de todo, el molino de viento sería construido. No dio ninguna explicación por haber cambiado de parecer, pero simplemente advirtió a los animales que esa tarea adicional significaría un trabajo muy duro; tal vez sería necesario reducir sus raciones. Esa noche, Squealer les explicó privadamente a los otros animales que en realidad Napoleón nunca había estado en contra del molino, y el plano que dibujara Snowball, fue robado de los papeles de Napoleón. El molino era realmente creación de Napoleón. "¿Por qué entonces, preguntó alguien, se mostró él tan en contra?" Squealer puso cara astuta, fue sagacidad del camarada Napoleón. Él había aparentado oponerse como maniobra para deshacerse de Snowball, que era peligroso y de mala influencia. Ahora que Snowball había sido eliminado, el plan podía llevarse adelante sin su interferencia. “Eso, se llama táctica.” Repitió varias veces "¡Táctica, camaradas, táctica. Squealer habló tan persuasivamente y los tres perros gruñeron en forma tan amenazante, que aceptaron su explicación sin más preguntas. 








Capítulo VI 

Durante todo ese año los animales trabajaron como esclavos, felices en su tarea; no escatimaron esfuerzo o sacrificio, era para su propio beneficio y para los de su especie que vendrían después, y no para unos cuantos seres humanos rapaces y haraganes. Toda la primavera verano trabajaron sesenta horas por semana, y en agosto Napoleón anunció que también tendrían que trabajar los domingos por la tarde. Ese trabajo era estrictamente voluntario, pero el animal que no concurriera vería reducida su ración a la mitad. Aun así, fue necesario dejar varias tareas sin hacer. La cosecha fue algo menos abundante que el año anterior. Era fácil prever que el invierno siguiente sería duro.. Si no disponían de más comida de la que habían dispuesto en el tiempo de Jones, de todas maneras no tenían menos. La ventaja de alimentarse a sí mismos y no tener que mantener también a cinco extravagantes seres humanos, era tan grande, que se habría necesitado numerosos fracasos para sobrepasarla. Y, además, dado que ningún animal robaba, no fue necesario hacer alambradas para separar los campos de pastoreo de la tierra. Sin embargo, a medida que avanzaba el verano, se empezó a sentir la escasez imprevista de varias cosas. Había necesidad de aceite, parafina, clavos, bizcochos para los perros y hierro para las herraduras de los caballos, nada de lo cual se podía producir en la granja. Más adelante también habría necesidad de semillas y abonos artificiales, además de varias herramientas y, finalmente, la maquinaria para el molino de viento. Ninguno podía imaginar cómo se iban a obtener esos artículos. 

Un domingo, cuando los animales se reunieron para recibir órdenes, Napoleón anunció que había decidido adoptar un nuevo sistema. En adelante, Granja Animal iba a negociar con las granjas vecinas; y no, por supuesto, con un propósito comercial, sino simplemente con el fin de obtener ciertos materiales que hacían falta con urgencia. "Las necesidades del molino figuran por encima de todo lo demás", afirmó. En consecuencia estaba tomando las medidas necesarias para vender una parva de heno y parte de la cosecha de trigo de ese año, y más adelante, si necesitaban más dinero, tendrían que obtenerlo mediante la venta de huevos, para los cuales siempre había compradores en Willingdon. "Las gallinas, dijo Napoleón, debían recibir con agrado este sacrificio como aporte especial a la construcción del molino". 

Nuevamente los animales se sintieron presa de una vaga inquietud. "Jamás tener trato alguno con los seres humanos; nunca dedicarse a comerciar; nunca usar dinero", ¿no fueron ésas las primeras resoluciones adoptadas en aquella reunión triunfal, después de haber expulsado a Jones? Todos los animales recordaron haber aprobado tales resoluciones. Los cuatro jóvenes cerdos que habían protestado cuando Napoleón abolió las reuniones, levantaron sus voces tímidamente, pero fueron silenciados inmediatamente con un tremendo gruñido de los perros. Entonces, como de costumbre, las ovejas irrumpieron con su "¡Cuatro patas sí, dos pies no!" y la turbación momentánea fue allanada. Finalmente, Napoleón anunció que ya había decidido todos los arreglos. No habría necesidad de que ninguno de los animales entrara en contacto con los seres humanos, lo que sería altamente indeseable. Tenía la intención de tomar todo el peso sobre sus propios hombros. Un tal señor Whymper, un comisionista que vivía en Willingdon, había accedido a actuar de intermediario entre Granja Animal y el mundo exterior, Napoleón finalizó su discurso con su grito acostumbrado de "¡Viva la Granja Animal!", y después de cantar Bestias de Inglaterra, despidió a los animales. 

Luego Squealer dio una vuelta por la granja y tranquilizó a los animales. Les aseguró que la resolución prohibiendo comerciar usando dinero nunca había sido aprobada, ni siquiera sugerida. Era pura imaginación, probablemente atribuible a mentiras difundidas por Snowball. Algunos animales aún tenían cierta duda, pero Squealer les preguntó astutamente: "¿Están seguros de que eso no es algo que han soñado, camaradas? ¿Tienen constancia de tal resolución? ¿Está anotada en alguna parte?" Y puesto que nada de eso existía por escrito, los animales quedaron convencidos de que estaban equivocados. 

Todos los lunes el señor Whymper visitaba la granja como se había convenido. Comisionista en pequeña escala, pero listo como para darse cuenta, antes que cualquier otro, que Granja Animal iba a necesitar un corredor y que las comisiones valdrían la pena. Los animales observaban su ir y venir con cierto temor, y lo eludían en todo lo posible. Sin embargo, la escena de Napoleón, dándole órdenes a Whymper, despertó su orgullo y los reconcilió en parte con la nueva situación. Sus relaciones con la raza humana no eran como habían sido antes. Los seres humanos, por su parte, no odiaban menos a Granja Animal ahora que estaba prosperando; al contrario, la odiaban más que nunca. Cada ser humano tenía por seguro que, tarde o temprano, la granja iba a declararse en quiebra, y sobre todo, que el molino de viento sería un fracaso. Sin embargo, contra sus deseos, llegaron a tener cierto respeto por la eficacia con que los animales estaban administrando sus propios asuntos. También desistieron de apoyar a Jones, el cual había perdido las esperanzas de recuperar su granja y se fue a vivir a otro lugar del condado. 

Exceptuando a Whymper, aún no existía contacto alguno entre Granja Animal y el mundo exterior, pero circulaban rumores de que Napoleón iba a celebrar un convenio comercial con el señor Pilkington, o con el señor Frederick; pero nunca se hacía notar con los dos simultáneamente. 

Fue en esa época cuando los cerdos, repentinamente, se mudaron a la casa de la granja y establecieron allí su residencia. Otra vez los animales creyeron recordar que se había aprobado una resolución contra eso en los primeros tiempos, y de nuevo Squealer pudo convencerlos de que no era así. Resultaba necesario, dijo él, que los cerdos, que eran el cerebro de la granja, contaran con un lugar tranquilo para trabajar. También era más apropiado para la dignidad del líder ( había comenzado a referirse a Napoleón con el título de "líder") que viviera en una casa en vez de un simple chiquero, algunos animales se molestaron al saber que los cerdos comían en la cocina, usaban la sala y dormían en las camas. Boxer lo pasó por alto, como de costumbre, con un “¡Napoleón siempre tiene razón!”, pero Clover, que creyó recordar una disposición definida contra las camas, fue hasta el extremo del granero e intentó descifrar los Siete Mandamientos, allí inscritos. Pero al comprobar que sólo podía leer las letras individualmente, trajo a Muriel, le dijo, léeme el Cuarto Mandamiento. ¿No dice algo respecto a no dormir nunca en una cama? 

Muriel lo deletreó. Dice: Ningún animal dormirá en una cama “con sabanas”, Clover no recordaba que el Cuarto Mandamiento mencionara sábanas; pero como figuraba en la pared, debía haber sido así. Y Squealer, que pasaba en ese momento , acompañado de dos o tres perros, habéis oído, camaradas, que nosotros los cerdos dormimos ahora en las camas de la casa. ¿Y por qué no? La resolución fue contra las sábanas, que son un invento de los seres humanos. Hemos quitado las sábanas y dormimos entre mantas. Camaradas, considerando todo el trabajo cerebral que tenemos hoy en día. No querréis privarnos de nuestro reposo, ¿verdad, camaradas? Sin duda, ninguno de ustedes deseará que vuelva Jones. Respecto a ese punto no se habló más, los puercos dormían en las camas de la casa. Días después, se anunció que en adelante los cerdos se levantarían por la mañana una hora más tarde que los demás animales, tampoco hubo queja alguna al respecto. 

Llegó el otoño, los animales estaban cansados, pero contentos. Habían tenido un año duro y después de la venta de parte del heno y del maíz, las provisiones de víveres no fueron tan abundantes, pero el molino lo compensó todo. Estaba ya semiconstruido. Únicamente el viejo Benjamín se negaba a entusiasmarse con el molino, como de costumbre, insistía en su enigmática afirmación de que los burros vivían mucho tiempo. 

Llegó noviembre, con sus furiosos vientos del sudoeste, una noche en que el ventarrón fue tan violento que los edificios de la granja se mecieron sobre sus cimientos y un cuadro terrible saltaba a la vista. El molino estaba en ruina todos sus esfuerzos, arrasado hasta sus cimientos. Napoleón andaba de un lado a otro en silencio, se paró como si hubiera tomado una decisión. Camaradas, ¿sabéis quién es responsable de esto? ¿Sabéis quién es el enemigo que ha venido durante la noche y echado abajo nuestro molino? ¡Snowball! rugió con voz de trueno. ¡Snowball ha hecho esto! Creyendo que iba a arruinar nuestros planes y vengarse por su expulsión, ese traidor se arrastró hasta aquí y ha destruido nuestro trabajo de casi un año. Camaradas, en este momento y lugar yo sentencio a muerte a Snowball. Recompensaré al animal que lo traiga muerto. Los animales quedaron horrorizados al comprobar que Snowball pudiera ser culpable de tamaña acción. Hubo un grito de indignación y todos comenzaron a idear la manera de atrapar a Snowball, si alguna vez llegaba a volver. Casi inmediatamente se descubrieron las pisadas de un cerdo en el pasto pudieron seguirse algunos metros, pero parecían llevar hacia un agujero en el cerco. Napoleón las olió bien y declaró que eran de Snowball. 

¡No hay más tiempo que perder, camaradas!, gritó Napoleón una vez examinadas las huellas. Hay trabajo que realizar. Esta misma mañana comenzaremos a rehabilitar el molino y lo reconstruiremos durante todo el invierno, con lluvia o buen tiempo. Le enseñaremos a ese miserable traidor que él no puede deshacer nuestro trabajo tan fácilmente. Recordad, camaradas, no debe haber ninguna alteración en nuestros planes, los que serán cumplidos. ¡Adelante, camaradas! ¡Viva el molino de viento! 

¡Viva Granja Animal!

CONTINUARÁ.....................................................

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